En su camino a la última reunión de la semana del club, Lily tenía un dilema interno acerca de cómo reaccionar una vez se volviera a ver con aquel chico del bus. Aparentemente- y para su fortuna- estaba en un grado superior, así que no se lo había encontrado en el piso de su escuela ni en la salida del día anterior.
Caminó tímidamente hacia la pista de entreno, donde seguramente ya estaría él junto al resto de los miembros. Intentó identificar a los presentes desde lejos y, efectivamente, Ethan ya se encontraba haciendo estiramientos para el entreno.
—Debí decir que estaba enferma—se recriminó.
Se acercó lentamente y saludó con la mano a los presentes sin mostrar mucho entusiasmo. ¿Debía saludar a Ethan por separado? Aún no estaba segura si podía hablarle con confianza, ya que parecía un poco tímido, pero, para su sorpresa, fue él quien se acercó a ella primero.
—¿Tu brazo está mejor?—preguntó señalando la extremidad.
—Ah, sí, gracias. No te preocupes, no volveré a mancharte—bromeó—¿Qué estupidez acabo de decir?—
—Me alegra—dijo el chico mientras asentía lentamente con la cabeza—Bien... creo que continuaré entrenando—
—Sí, claro, adelante—respondió sonriente.
La propia Lily se hallaba extrañada por su actitud tan poco natural. ¿Qué le estaba pasando? ¿Aún estaba tan avergonzada por el incidente de la toalla?
—No quiero ni recordarlo—pensó.
La clase transcurrió normal con carreras de obstáculos, relevos y demás ejercicios. Como era costumbre para ella, se dirigió a los vestidores tan pronto como la entrenadora dio por finalizada la jornada. Guardó sus cosas en su mochila y se dispuso a ir a la parada de bus.
—Quiero mi bicicleta de vuelta—se quejó en su mente.
Se sentó en la banca techada y giró su cabeza hacia la izquierda en espera de su transporte. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuchó a alguien sentarse a su lado, y ya podía imaginar de quién se trataba.
—¿Me estás siguiendo?—dijo en un tono divertido para luego voltear su cabeza hacia la derecha.
—¿Disculpa?—preguntó confundida la señora que ahora estaba a su lado.
Lily quería abofetearse a sí misma por su estupidez. En su intento de disculpa sólo logró tartamudear.
—Perdón, señora, creo que se dirigía a mí—Ethan salió desde detrás con una sonrisa en el rostro.
La pelinegra no sabía si agradecerle o salir corriendo de ahí.
—S-sí, disculpe—la aludida se puso de pie para alejarse un poco de la joven. El chico aprovechó el espacio dejado para sentarse.
—Sólo para aclarar... Esta es mi parada de siempre—le explicó para evitar confusiones.
—Era... era sólo una broma—Lily se llevó una mano al rostro en un intento por ocultarse.
Ethan soltó una pequeña risa, tomándola por sorpresa.
—Vaya, puedes reírte—le dijo sarcástica.
Era la primera vez que dejaba a la vista su sonrisa de una forma tan natural, pero él la borró al instante en que escuchó el comentario.
—Entonces... ¿todavía no arreglas tu bicicleta?—le preguntó cambiando de tema.
—Ah, sí... Mi padre fue a traerla y...—se detuvo al darse cuenta de algo—¿Cómo sabes que se arruinó mi bicicleta?—
—L-lo dijiste ayer, ¿recuerdas?—respondió tímido.
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Tiempo a Tiempo
Romans¿Qué tan difícil es coincidir con la persona correcta en el momento correcto? Lily Ronan no tiene recuerdos muy gratos de su primer amor de secundaria: Ethan Christensen, un chico lindo, tímido y dulce, pero que la dejó plantada en el baile de fin d...