Dia cinco

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Cafetería "Luces apagadas"

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Cafetería "Luces apagadas"




Odio al mundo.

Odio los clientes.

Odio trabajar.

Pero me agrada tener dinero.

—Me encanta este arco del nuevo mundo. Todos son mucho más fuertes—escuche una voz lejana mientras trataba de quitar una mancha molesta de la máquina de café—. Aunque extraño sus sonrisas antes del time skip.

Un golpe en mi codo hizo que tirara un poco de jabón donde por fin había logrado limpiar. 

—Me sorprende que sigas contándole a Alex sobre algo, aún sabiendo que se distrae fácilmente—comentó Alan, quitándome el trapo que estaba por lanzar con frustración, para el mismo limpiar mi desorden.

—¿Uh? ¿Hablabas conmigo?—pregunté, sorprendido de tener a Rosita a mi lado.

Ella suspiró.

—A veces no sé porque lo sigo intentando.

—Lo siento.

Me sentí culpable, realmente no quería ignorarla. No es que no me interesara lo que me estaba diciendo, sino que en algún punto me perdí sin darme cuenta y olvide que estaba hablando con ella.

Iba a disculparme de nuevo, pero Alan volvió a hablar:

—En fin, ¿Cuál es la obsesión de la semana, girasol?

Alan solía investigar nombres de flores para tener un apodo para Rosita todos los días.

—Esta vez la flor fue muy básica, estas perdiendo el toque—se burló y yo asentí, de acuerdo con ella—. Y aja, el tema de esta semana es One piece. Es mi terapia y me hace feliz.

—Tomando en cuenta que consigues una nueva terapia todos los días, y normalmente son libros, hobby o películas, quizá necesitas un poco más de atención en casa—murmure, antes de distraerme cuando note a Red quemarse con el té.

Sonreí levemente.

—Gracias, me encanta que me recuerden mis traumas—Rosita golpeó mi hombro, llamando de nuevo mi atención hacía ella—, ¿no haz pensado ser psicólogo?

Alan y yo respondimos al mismo tiempo:

—Volvería locos a sus pacientes.

—Mis consejos serían: No lloren.

Rosita se rio, divertida de nuestras respuestas. Unos segundos después, una risa masculina se le unió. Era Red, se había sentado en la barra.

—Ustedes jamás se aburren, ¿verdad?—preguntó dándole otro sorbo a su té.

Querido amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora