Epílogo

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Los aplausos del público aún resonaban, o al menos eso era en su cabeza; las memorias ya no importaban, ni que iban a pensar los demás, ni quienes eran ni que habían logrado, nada importaba, al fin de cuentas ¿qué importaba eso si no era feliz? Nunca la habían probado eso que los demás llamaban felicidad, siempre la quiso degustar pero la clase de vida que llevaba se lo impedía.

Estaba en Nueva York, con dos horas que había terminado su impecable espectáculo que le costó mucho tiempo, lágrimas, pasión para poder llegar a eso. Abrió la puerta que daba a la azotea, un edificio de alrededor de 58 pisos de altura, muy común encontrar en la ciudad americana.

Se quitó los pesados zapatos de formales que se les había solicitado utilizar después del show, en su rostro se le veía mojado, no por la lluvia, sino por las lágrimas que se habían soltado mientras subían el edificio, los cuales intentó limpiarse pero aún se veían las muestras que claramente no podían cesar.

Se acercó al balcón, hermoso, el paisaje era exquisito, era bello, las luces de la ciudad le daban un encanto a los múltiples rascacielos característicos de la ciudad, un ambiente perfecto, para un último acto perfecto.

Dejó sus zapatos en un muro del balcón, dejando su celular con una melodía sonando "Giselle" para luego voltearse mirando al otro lado de la vista del lugar.  Y empezó la música, y con ella, el jóven empezó a bailar, un baile sumamente fino, el ballet era la pasión y amor del chico. Una bella danza de ballet había empezado,  como si hubiera practicado muchos meses, su cuerpo sumamente delgado se movía de manera exquisita, mostrando siempre una elegancia increíble, eran deslumbrantes si alguien lo viese, pero solo era él, sin expresión alguna en el rostro.

La melodía melancólica acompañaba el lugar, parecía como si estuviera llorando a través de los instrumentos con los que se había grabado la canción, todo era perfecto. ¿Por qué? ¿Por qué justo cuando todo era perfecto, debía estar en esa situación?

Llegó un punto de la música donde solo se escuchaba un tono agudo como para finalizar la canción, en ese momento sin se diese cuenta (o tal vez si) estaban encima del muro que separaba el piso con el vacío del edificio.

Como si fuera a hacer una reverencia ante el público, y con la última cúspide de la canción, se dejó caer por el peso de la gravedad por la caída de un edificio de 58 pisos esperando a que la muerte los acepte en el siguiente paso.

Bailemos hasta la felicidad |°| SigzaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora