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- Mamá, no puedes hacerme esto.

Le rogué con la mirada que no me hiciera tremenda barbaridad, de verdad esta mujer que me dio la vida estaba completamente loca.

- Cariño, conozco al hijo de los Song y sé que es un buen chico. Deja de exagerar las cosas.

No, ella no lo entendía. Song Mingi podrá ser de todo, y créanme que el significado de "buen chico" no entra en la lista de lo que realmente es.

- Por favor mamá... - Suplique una vez más - ¿No puedes ir mañana? ¿Acaso el centro comercial se extinguirá si no vas hoy?

- Deja de exagerar, tardare muy poco.

Es que me quiere ver la cara de estúpido. Cuando va de compras tarda más de dos horas y con suerte llega temprano a casa. Suspire y me puse de pie, estaba de rodillas creyendo que lograría algo pero ya veo que eso no va a suceder.

- Está bien, vete y déjame solo con la bestia.

Sus ojos se arrugaron de tan vislumbrante sonrisa, se movió con pasos rápidos a por su chaqueta y bolso, lista para marcharse. En un rato llegaría Song para hacer la tarea que nos quedo pendiente y no hay nada mas peor que eso. Ese chico hasta podría amordazarme y luego violarme, no me fío para nada de él.

"Pues bien que antes te gustaba"

¡No!

Bueno, o sea sí pero no. Es decir, antes me gustaba. En el pasado, es decir que ya paso, ya se me paso. Bueno no del todo pero si, ya no me gusta como antes. Quizás solo un poquito porque es un tanto guapo pero hasta ahí, poco, poquito...

- Jongho, hijo ¿Estás bien?

Salí de mi trance para ver a mi madre que me miraba un poco raro.

- ¿Por qué lo preguntas?

- Estas balbuceando cosas.

- ...

- ...

- Pues claramente estoy balbuceando madre, en un rato va a llegar mi enemigo mortal y tú planeas dejarme en casa solo con él, ¿Acaso es que no me quieres? ¿Aun estas resentida por qué me comí el último trozo de pizza anoche?

- Contigo no hay caso cariño. Bueno, ya me voy cielo, se amable con tu amigo.

Me tiro un beso al aire, se puso sus gafas y salió hacia el temido exterior. Corrí tras ella para dejar en claro una cosa.

- ¡Song no es amigo!

Alzo sus pulgares antes de subirse al coche, ponerlo en marcha y desaparecer de mi vista.

Baje la cabeza resignado y volví a entrar a la casa, cerrando la puerta con fuerza, descargándome con ella. No me podría creer que en Song estaría en mi casa. Estaríamos solos y ni siquiera tendría a mi madre de resorte para no cometer locuras. Bufé molesto al recordar las infinitas veces que desee tenerlo dentro de el espacio que convivo, en mi casa, en mi habitación, en mi cama... Pero claro, el jamás se hubiese fijado en mi. Además de que tiene todas esas zorras que se le regalan por un poco de su semen, de urgido no debe tener nada.

ও Ruegame ୨ ˚ .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora