Capítulo 2 - No Stranger To Love

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FINALES DE ABRIL DE 1997

El murmullo en la biblioteca había aumentado considerablemente desde que el último timbre del día dio aviso a los alumnos de que eran libres de irse a transcurrir el resto de sus tardes fuera de la escuela.

Las clases de Betty habían terminado temprano ese día, pero había decidido hacer tiempo hasta el horario de salida de James. De todas formas, le venía bien el tiempo extra para seguir en su ardua investigación sobre los requisitos para aplicar a becas de diferentes universidades. Quería tener apuntadas todas las fechas límites para poder hacer a tiempo los trámites y no correr el riesgo de quedarse fuera de ninguna.

Inez le había hecho compañía por un rato, pero al cabo de menos de una hora, se excusó con que su chicle había perdido completamente el sabor y que estaba aburrida, así que se fue. Probablemente había ido al Mall con Bea o Claire. A Betty no le importaba mucho. Las conversaciones indiscretas de los chicos del último curso a unas mesas de ella ocupaban gran parte de su mente en ese momento, por lo que tuvo que leer tres veces el último párrafo del folleto en vano, las palabras se negaban a tener algún sentido.

—¿Estás intentando agujerear esa hoja?

—¿Mm?

Betty levantó la mirada para encontrarse con los ojos de su novio bajo la sombra de su despeinado flequillo.

—Digo, por cómo estás golpeteando la punta de la lapicera contra tu cuaderno.

Entonces, ella observó su mano y fue consciente del tic que la llevaba a golpear una y otra vez la lapicera contra la hoja de forma incontrolable. No se había dado cuenta. Dejó la lapicera sobre la mesa y escondió las manos debajo de sus muslos.

A su lado, James se dejó caer y cuando lo tuvo a su misma altura, el brillo de su sonrisa le funcionó como un antídoto. Se la devolvió.

—Esos chicos son como un enorme grano en el culo. Se piensan que como están a un paso de la universidad, el resto de nosotros no tenemos más responsabilidades.

—Dímelo a mí —respondió ella mientras revoleaba los ojos. Sabía que James decía eso, en parte, porque era lo que necesitaba escuchar y no porque realmente lo pensara. Ese grupo de chicos en específico eran de gran agrado para su novio, y casi siempre que los cruzaba en el pasillo, se saludaban. De todas formas, se sintió bien que alguien entendiera su molestia.

—Y bien, ¿estás lista para irte? ¿O quieres quedarte un rato más acá? Puedo hacerte compañía.

Betty apreció el gesto, pero respondió que con el ruido de la biblioteca igual no podría concentrarse, así que resolvieron que era mejor volver.

El día afuera estaba hermoso, el cielo azul despejado y una brisa hacía bailar las hojas de los árboles. James la tomó de la mano a medida que atravesaban la puerta del colegio hacia la calle, con su patineta en la otra.

—¿Recuerdas cuando, en una de nuestras primeras citas, prometiste enseñarme a andar en eso? —inquirió Betty, señalando la tabla en la mano derecha del chico.

En el rostro de James se extendió una sonrisa que no prometía nada bueno.

—Oh, Betty. Estoy esperando este día desde la primera vez que te vi limpiándote la nariz desde la otra punta del comedor.

Betty soltó una carcajada y lo empujó en el hombro con el suyo.

—Apuesto a que mis mocos te provocaron sueños húmedos y desde ese día no pudiste olvidarte de mí.

—Mis sueños fueron tan húmedos como el pañuelo que tiraste al tacho luego de sonarte la nariz —respondió él, restregando su propia nariz en el cuello de Betty.

When you are young they assume you know nothingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora