23. Dolor.

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-¿Qué estás haciendo?- escuché la voz de un niño detrás de mí, tomé mis cosas rápidamente y las guarde en mi pequeña bolsa antes de ponerme de pie.

-Nada- contesté mientras me ponía de pie y caminaba en dirección contraria en dirección a mí casa.

-¡Oye, espera!- escuché sus pasos apresurados tratando de alcanzarme- No voy a hacerte daño...

-¿Qué quieres?- contesté de manera hostil y él frunció el ceño.

-Solo quiero ser tu amigo- dijo mientras me extendía la mano- Siempre te veo aquí o en la escuela cuando estoy con mis amigos.

Miré hacia nuestro alrededor y no pude ver a nadie.

-Ellos no se encuentran ahora- dijo riendo y yo me alejé dos pasos.- ¿Por qué casi nunca sales a jugar?

-No me gusta la gente.

Él se rascó la cabeza algo confundido y asintió.

-¿Entonces no podemos ser amigos?- preguntó.

Necesitas hacer amigos y ser amable.

Las palabras de mi psicólogo se repetían en mi cabeza.

Él seguía parado mirándome fijamente hasta que asentí lentamente con la cabeza.

-¡Genial! Me llamo Marco- dijo sonriente, abrí la boca para presentarme pero me interrumpió- No necesitas decirme tu nombre, ya lo sé- dijo y yo solo asentí.- ¿Quieres venir a mi casa a jugar?- dijo mientras señalaba su jardín- ¿Qué llevas ahí?- preguntó con curiosidad señalando la bolsa y yo apreté los puños con fuerza.

-Si te lo muestro saldrás corriendo asustado- dije y el rió.

-No me asusto tan fácil, vamos, muéstramelo- insistió y yo lo miré con algo de sospecha.

Me agaché lentamente y deposite la mochila en el césped con cuidado, él se agacho frente a mí y con mis pequeñas manos saqué la pequeña caja que se encontraba dentro de la mochila.

Puse la caja en medio de los dos y él la miró con curiosidad, abrí la caja lentamente y pude ver que su cara reflejaba horror y rápidamente pasó a una de miedo.

Tomé a la pequeña paloma muerta mientras trataba de no mancharme tanto las manos con la sangre.

Su respiración se agitó y por un momento y creí que saldría corriendo pero en lugar de eso tomó mi mano y luego acarició a la pequeña ave ya muerta.

-¿Cómo lo haces?- me preguntó- Atraparlas me refiero.

Señalé la parte trasera y tomé la caja mientras me levantaba y caminaba hacia la parte trasera de mi casa, pude escuchar sus pasos siguiéndome, señalé un árbol.

Subí con ayuda de una escalera hasta que pude alcanzar una rama y comenzar a subir a través de ellas. Saqué un pedazo de pan de mi bolsillo y lo despedace en trozos pequeños, coloqué uno cerca de la paloma, cuando esta comió el primer trozo coloqué más haciendo un camino hacia mí.

Observé cómo se acercaba cada vez más y pude ver que Marco me miraba atento. Cuando estuvo lo suficiente cerca la tomé del cuello y le golpee la cabeza contra el tronco del árbol.

Cuando me aseguré de haberla matado bajé del árbol y se la extendí a Marco quien me miraba asombrado.

La tomó con cuidado y me pidió mostrarle lo que hacía con ellas exactamente. Tomé un pequeño cuchillo de mi mochila el cual había robado de la cocina de mi casa.

𝑇𝑢 𝑆𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒 𝐸𝑛 𝑀𝑖 𝑃𝑖𝑒𝑙      𝒀𝒐𝒖𝒓 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅 𝑶𝒏 𝑴𝒚 𝑺𝒌𝒊𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora