II

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Zafiro. Anoche había tenido un sueño con él y el color de sus ojos. Definitivamente estoy enloqueciendo. Me gustaba mucho el chico por el cual terminé la pintura que tengo frente a mi en estos momentos. Sonreí como una tonta recordando cómo fue la primera vez que nos vimos, toda una locura. Bajé la mirada con algo de nostalgia y bufé, esto es triste.

Sentí mi celular temblar en el bolsillo y lo saqué para ver su mensaje. Habíamos quedado en salir hoy a tomar algo, según me había dicho no era de ir a lugares muy concurridos ya que el ruido le molesta pero me aseguró que no era un problema si yo quería ir a uno, por lo que al final nos decidimos en ir a un bar de los finos, donde solo tocan música suave y jazz al estilo americano. Me puse de pie dándome una última mirada en el espejo, pensaba en acabar con mi miseria esta noche, me le lanzaré y si me rechaza pues no pasa nada, la vida sigue.

Cerré la puerta y bajé, me estaba esperando fuera del taxi.

— Al fin te has teñido el pelo. —dije una vez dentro del auto, este prosiguió a cerrar la puerta y volteó a verme acomodándose el saco, soltó una pequeña risa.

— Porque al fin decidiste decirme cuál era mejor.

— Bueno, hace tiempo te dije que no tenías porqué llevarte de lo que yo te diga. —por estas cosas me gustas mucho maldito.

— Es que eres buena con los colores, yo no tanto.

— Queda bien con tus ojos.

— Lo sé.

— ¿Entonces para qué preguntas?

— Para confirmar.

De camino íbamos hablando de cosas triviales, hasta que todo cayó en un pequeño silencio. Me puse a pensar en lo que había sucedido en estos últimos tres meses desde aquella vez que nos vimos por primera vez, ahora tenemos una relación muy estrecha de amigos que salen a degustar bebidas alcohólicas a locales en los cuales nunca habíamos estado, y es algo muy extrañamente recurrente.

— ¿Cómo va tu trabajo?

— Ah, no lo menciones por favor. —solté una risa—. ¿Y el tuyo?

— Esperando que pase esta paga para presentar la carta de renuncia. —soltó una risa nasal—. Nada me puede tener más feliz.

— Desempleada, pero feliz.

— Sin dinero pero en paz. —ambos reímos—. Que va, ya tengo un lugar, mi amiga me consiguió.

— Mm.. tienes suerte.

— Si, espero durar ahí. ¿Tan mal te está yendo?

— Si, están haciendo muchos cambios de cosas que hace tiempo debieron de haber cambiado pero ya sabes com... —el auto se detuvo abruptamente y mi cuerpo se fue hacia adelante, iba a chocar con el asiento del conductor que estaba en frente, pero el brazo de Yoongi se interpuso, deteniendo el choque—. ¿Estás bien? —me miró con preocupación, asentí y él volvió la mirada al frente—. ¿Qué le pasa a ese idiota, cómo se va a meter al medio cuando está en rojo? —dijo hablando sobre el auto que estaba cruzado frente a nosotros. El taxista dijo algo que no escuché por el shock, comenzó a gritar unas cuantas cosas al tipo de en frente.

Mis manos apretaban su antebrazo que todavía se encontraba frente de mi, más específicamente sobre mis pechos, su mano tocaba mi brazo izquierdo. Choqué con su antebrazo, lo solté al reaccionar y darme cuenta de lo que había pasado, él también volvió a su anterior postura y carraspeó.

— Por cosas como estas a veces me cuesta conducir, hay muchas personas imprudentes, y para no perder los estribos prefiero andar en taxi. —dijo y el taxista le respondió algo devuelta, éste asintió.

Oleo.  ||  M.YGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora