Decido levantarme de la cama a pesar de que aún quedaban varios minutos para que "saliera" el sol, y digo "saliera" porque ese proceso no era natural, lo habíamos creado nosotros tras varias generaciones como tantas otras cosas.
Camino con un paso lento hasta mi armario y busco algo que ponerme, tampoco era difícil decidir ya que la vestimenta oficial era simple, una túnica blanca larga hasta los tobillos.
Una vez lista salgo de la habitacion y cruzo el silencioso pasillo, mis padres aún debían de estar durmiendo.
Gracias a nuestra avanzada tecnología el suelo no estaba ni muy frio ni muy caliente permitiendonos caminar libres de la sensación térmica real. Al dejar atrás el pasillo que separaba las habitaciones del resto de la casa, me adentro en la cocina dispuesta a prepararme para un día más siguiendo el mismo protocolo de siempre.
-Airina, ¿qué haces despierta? El sol aún no ha salido.- Escucho la voz de mi padre trás de mi, me sobresalto al darme cuenta del deje de preocupación en su voz, pero no le doy importancia, un gran error.
-Perdón padre, me levanté antes para leer un poco sobre los antiguos miembros del Congreso, no volverá a ocurrir.- inclino la cabeza en un gesto de disculpa, fue casi automático, observo la cara de mi padre pero como siempre, no había expresión ninguna en ella.
-Espero que así sea, ya sabes lo importante que es seguir el orden.- El fantasma de una sonrisa se asoma en sus labios y acto seguido se gira para que en cuestión de segundos la comida se materialice en la mesa.
-Ya que estas levantada nos haremos compañía durante el desayuno.- Acerca una silla para mi y algo dudosa me siento, pocas veces desayunaba con mis padres pero cuando eso sucedia nuestras charlas no eran muy animadas, solíamos hablar de mis estudios o del futuro, quizá con suerte hablábamos sobre temas relacionados con la política, pero nada más.
-Tu madre y yo debemos viajar a la Vía Láctea, destino, Marte, te quedarás sola durante unos días, ¿Serás capaz de cuidarte?- me toma por sorpresa que me diga eso pero trato de mostrarme seria.
-Yo podría ir con vosotros, creo que puedo llegar a ser de ayuda.- Sostengo su mirada rogando por una respuesta afirmativa, cosa que no pasa.
-No, debes continuar con tus clases y asistir al congreso para aprender.- Pienso una respuesta convincente ya que realmente tenía ganas de salir de Purporea, sentía curiosidad a pesar de que supuestamente nuestra raza no podía, pero me gustaba pensar que no era la única purporea con una curiosidad insaciable.
-Puedo continuarlas cuando vuel...- Antes de poder terminar la frase el teléfono de mi padre comenzó a sonar y como era de esperar, el trabajo era mas importante que su hija y lo atendió dejandome sola en la cocina.
En vez de quedarme con su respuesta, decidí que si no iba por las buenas iría por las malas, me colaría en la nave cuando ellos estuvieran distraídos, tendria que ser cuidadosa, si me pillaban me mandarían de nuevo aquí.
Salgo de casa para tomar la nave que nos lleva a la escuela, alli me esperaba un chico alto, de piel amarilla y rasgos finos, al verme se acerca, saludandome con un movimiento de cabeza. Él era Archie, lo mas cercano a un amigo, y ademas mi prometido.
-Buenos dias Airina.- me saluda con cordialidad, apenas me mira ya que cualquier tipo de contacto ya sea visual o físico esta mal visto a menos que sea por algo de suma importancia como lo es el Congreso.
-Buenos dias Archie.- nos quedamos callados durante unos segundos, no había mucho de que hablar, nos conocíamos desde pequeños y nos veíamos casi todos los días, pero las palabras nunca salían con facilidad entre nosotros.
De reojo puedo ver como peina con su mano la mata de pelo azul oscuro, la cual siempre lleva despeinada, de pequeños me gustaba hacerle coletas en el flequillo pero siempre se molestaba y me robaba el coletero.
Sus ojos morados estaban fijos en la aeroparada donde esperábamos la nave todos los dias, la cuál llegaba exactamente a las 7:53 pero por ritual nosotros llegábamos a las 7:48.
-Ya me he enterado que tus padres se van a Marte.- Dice sin mirarme directamente a los ojos, repasando con cautela el mechon negro entre mi pelo blanco que tanto le gustaba enroscar en su dedo.
-Si, pero no me dejan ir con ellos.- Aún seguía pensando como colarme en la nave sin que ellos se dieran cuenta cuando Archie volvió a hablar sacandome de mis pensamientos.
-Bueno, cuando nos casemos podemos ir si quieres.- No habíamos hablado del tema de la boda a pesar de que la fecha estaba puesta antes de que ambos nacieramos, era algo que siempre evitabamos aunque en el fondo era imposible de olvidar.
Antes de poder responder el reloj dió las 7:53 y una nave de color blanca aparco enfrente nuestra, las puertas se abrieron y entramos en silencio sin mirar a nuestro alrededor.
Las horas en el instituto pasaron rápidas y cuando me quise dar cuenta ya iba de camino a casa con Archie a mi lado. Siempre seguíamos la misma ruta, todo era igual para nosotros, pero en el fondo sentía algo extraño, quiza la forma en la que su mano rozó la mia, las miradas furtivas que me habia dedicado a lo largo del dia o la extraña forma en la que nuestros cuerpos se iban acercando poco a poco conforme caminabamos.
-Archie, ¿Está todo bien?.- Evito mirar sus ojos a pesar de que ya nos habíamos saltado esa regla demasiadas veces, pero hoy era distinto.
-Rina...- Susurró, ese apodo me lo había puesto el dia que nos conocimos, decía que mi nombre era demasiado largo y que en una emergencia era mejor usar una acortación.
-Que ocurre.- Esta vez si alzo la mirada encontrandome directa con sus ojos, nos habíamos alejado y estábamos en uno de los grandes campos florales de la gran ciudad, por aquí apenas pasaba gente, así que no corriamos peligro de ser pillados en un duelo de miradas.
-No es secreto para nadie nuestro compromiso, tal vez deberíamos empezar a usar el shaske.- Veo una mueca seria en su cara, no había sarcasmo en sus ojos, iba totalmente en serio.
Eso quería decir que Archie estaba preparado para usar el colgantre carmesí que unía nuestros nombres con el símbolo de la triple luna morada. Era un rito prenupcial que se hacia cuando dos purporeos estaban comprometidos, se suponía que ambos deberíamos llevarlo desde hacía años, pero ninguno estaba preparado para ello, hasta hoy.
-Archie, sabes que una vez puesto no podremos quitárnoslo hasta el día de la boda, ¿Verdad?.- me preocupaba que tomara decisiones por la presión de sus padres, y sobretodo si esas decisiones también influían en mi vida.
-Lo se Rina, quizá es una decisión muy precipitada, pero en algún momento el Congreso nos obligará a usarlo.- En eso tenía razón, tarde o temprano les llegaría a nuestros padres la noticia de que obligatoriamente deberíamos usar nuestros shaskes, solo esperaba que fuera mas tarde que pronto.
-Archie, creo que deberíamos pensarlo antes y hablarlo más tranquilos, ¿vale?.- Miro a mi alrededor comprobando que no hay nadie y al observar que estábamos solos revuelvo su pelo como cuando eramos niños y las normas no nos importaban.
-Bueno, esta bien, pero no vuelvas a hacer eso que me cuesta mucho peinarme por las mañanas.- Me mira serio pero segundos mas tarde me dedica una sonrisa sarcástica y comienza a colocarse bien el pelo.
-Uy, como vas tan peinado siempre.- Ruedo los ojos y vuelvo a caminar hacia mi casa con él detrás.
No volvimos a cruzar palabra y la distancia entre nuestros cuerpos era mayor que antes, al llegar a su casa me despedí con un gesto de cabeza antes de caminar hacia la mia. No podía dejar de pensar en nuestra conversación sobre los shaskes pero quizá tenía razón y ya era el momento adecuado para empezar a usarlos.

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Airina
Science FictionTodo lo que recuerda Airina sobre su infancia se basa en estudiar, ir a congresos para aprender sobre política y comportarse tal y como todos esperan, pues ser hija del ministro mas importante de Purporea (nombrado así debido al color púrpura de sus...