Jiang Cheng se levanta tarde para la universidad, muy tarde.
La única combi que lo puede llevar esta más llena que una lata de sardinas.
―¿No quieres sentarte en mis piernas?
¿¡AHH!?
Era tarde y Jiang Cheng recién estaba abriendo un ojo.
—¿7 de la mañana? Hay tiempo... —dijo cuando revisó su celular. Se estiró y fue al baño a asearse.
Luego de estar limpio fue a la cocina por un café. De milagro revisó el reloj de pared morado que colgaba encima de la repisa.
—¿¡8 de la mañana!? —casi se atraganta con el café que estaba tomando.
Corrió hacia la sala donde tenía otro reloj y efectivamente eran las 8 de la mañana.
Entró en pánico.
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Tiró su celular y corrió a vestirse. No había tiempo de ser aestethic, era momento de apurarse o terminaría en detención.
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Jiang Cheng asistía becado a una universidad de pitucos, donde él era el único que vivía a casi un año luz del campus universitario.
Agarró su mochila y corrió hacia el paradero más cercano a su casa. Por apurado casi termina aplastado en plena Panamericana porque le dió flojera subir el puente.
Llegó sudado pero vivo.
Todavía tenia tiempo, sacó su celular. Si, para subir algo a twitter.
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Ya habían pasado 5 minutos. Y el bus ni sus luces. ¡Es más! ¡Ningún bus iba a su destino!
Sacó su celular, tal vez si seguia twitteando su triste situación Huaisang pase a recogerlo.
