〔03〕

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"Acercarse. Es más cuestión de ganas que de kilómetros"
— Esme Jiménez.

9 años después (1810).

En los años en que Hyunjin iba viviendo a dependencia y junto al príncipe heredero, ha aprendido a conocerlo, más que nadie el vampiro estaba seguro que lo conocía de pies a cabeza, para él, Yang Jeongin era lo más predecible hasta el momento.

Mientras fue creciendo, el bebé baboso que reía por todo, se convirtió en un niño de 10 años con una personalidad juguetona y algo tímida, creció con una perspectiva bastante...inocente de su alrededor.

Hyunjin no podía mentir, era su culpa.

Para la actualidad y como un error que comenzó desde un grano de arena hasta formarse en una bola enorme de tornado, Hyunjin sabe que se equivocó a desarrollar una especie de defensa personal alrededor de Yang Jeongin.

Si Jeongin veía una serpiente y chillaba de miedo, él se encargaba de convertirlo en cenizas...bueno, a Jeongin parecía aliviarlo más aquello que un animal deslizándose con rapidez cerca suyo. Si el príncipe le tenía miedo a la oscuridad él prendía los focos de todo el reino y no los apagaba hasta que el niño duerma, incluso si todo el reino hacia un disturbio por las "fallas eléctricas".

Le había cedido todo desde el primer momento, que el mayor error fue no dejar que se haya desarrollado solo con una perspectiva real del mundo.

Lo comprendió cuando en un momento de torpeza del príncipe heredero frente a su padre, éste se enfado tanto que lo abofeteó frente a todos los sirvientes del templo, frente a su madre, frente suyo.

Frente suyo, y él no supo que hacer.

¿Qué haría?, ¿matarlo?, ¿que iba a hacer cuando la gente se vuelva loca por una fuerza misteriosa acechando y asesinando a aquel que toque a Yang Jeongin?. Lo iban a tachar de toda clase de monstruosidades, como ser el hijo de un demonio o poseer el respaldo de algún ente maligno.

Si eso pasaba, podrían llegar tan lejos hasta intentar quemarlo vivo a sus 10 años.

Así que cuando Jeongin cayó al suelo por la bofetada y sus ojos se llenaron de lágrimas por la impresión y el miedo pudo comprender que cometió un error enorme. Y le tocó morderse la lengua y apretar los puños mientras escuchaba al rey gritarle al infante que solo lloriqueaba y buscaba con la mirada consuelo y protección en su madre, quien solo apartaba la mirada.

Jeongin fue castigado de aquella forma por haber comido su sopa de una forma inaceptable, si bien Hyunjin nunca hizo nada cuando el príncipe tomaba su cuenco y bebía todo el contenido sin utilizar la cuchara. Fue distinto para el rey quien por obras de algún ser maligno prefirió ese día por comer por primera vez con su hijo a quien dejó al olvido.

Tal vez Jeongin no hizo el procedimiento correcto, ¿pero cómo podría saberlo si nadie intentó enseñarle nunca?. Claro que para el razonamiento del rey, abofetear a su hijo y arrojar el cuenco contra el suelo fue el mejor método de enseñanza, generando así un miedo irrazonable dentro del menudo y frágil cuerpo que ahora se levantaba y huía del templo en llantos lastimero sin ser detenido por nadie.

Volteando Hyunjin observó al rey carraspear afónico de tantos gritos y tomar asiento sobre su almohada maldiciendo cosas por lo bajo mientras su reina bajaba la mirada y volvía a la comida al igual que los sirvientes a sus deberes.

Al ver que tenía intención de seguir comiendo Hyunjin relajó su cuerpo y concentró la mirada en el cuenco con sopa aún lleno, y entre cerrando los ojos comenzó a calentar la temperatura del líquido hasta ver el humo escapar de este.

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⏰ Última actualización: Dec 19, 2022 ⏰

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Sempiterno | HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora