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Entre junto con mi agente, Sam, a los estudios en el cual el programa de entrevistas de Jimmy Kimmel se lleva a cabo, quería acompañar a Rob este día, ya que por las grabaciones de the Batman no nos veíamos tanto, y ni se diga de hablar. Tan solo quería ver a mi prometido, y ¡Joder! besarlo hasta que nuestros labios se gasten, nuestra ropa desaparezca, y me tomé como una maldita.., puede que mis hormonas estén respondiendo por mi, lo cual es cien por ciento comprensible en este momento.
Nos dirigieron al camerino en que él estaba, y apenas abrieron la puerta solté todo lo que tenía y me tire sobre él. Al sentir el impacto de mi cuerpo me abrazo al instante, con cuidado de no aplastarme mucho, escondiendo su cabeza en mi cuello, oliendome, y si que me gustaba que lo hiciera. Dios, cuanto lo extrañe.
Lentamente saco su cabeza de mi cuello hasta mirarme, se acercó hasta que nuestras narices se rozaron.
—Hola amor— saludó con una hermosa sonrisa en sus labios.
—Hola— dije por lo bajo. Sentí como las lágrimas querían escapar de mis ojos. Pero no, las hormonas no me ganarán.
Seco las que no pude contener y me beso. Sabes que amas tanto a una persona que cuando está en una habitación todo el mundo desaparece, y eso es lo que me pasaba justo ahora. No pensé en nadie más que no fuera él. Mi inglés alto y de hermosos ojos azules que ponen de rodillas a cualquiera, y esa fui yo.
Casi al instante de separarnos alguien de producción dijo que ya era hora de que salga para la entrevista, así que con toda la fuerza del mundo lo solté y me senté en un sillón que había detrás.
—Te prometo que será rápido linda, y luego nos iremos a casa.— se inclino y me beso— Te amo.
—Te amo— le respondí de vuelta. Al momento de quedarme a solas con el equipo de Rob y mi agente, me quite los tacones y la camisa holgada dejándolos junto a mi en el sillón, revelando mi avanzado embarazo de 7 meses, quedándome solo con una blusa blanca de tirantes, además, tenía igual unos pantalones holgados amarillos, en si es un conjunto, y es fascinante como pude ocultar mi embarazo ahí. En el camerino estaba una TV dónde podría ver la entrevista que le realizarían a Rob y una mesa llena de dulces que me encanta. El paraíso de una mujer embarazada.
—Sam, linda, ¿puedes pasarme unos dulces, ¿por favor?— le puse mi mejor sonrisa de inocencia mientras extendía mi brazo moviendo los dedos hacia ella.— Es para tu sobrino. Los necesita.
Todos en la habitación rieron levemente al verme como una niña pidiendo su dosis de azúcar, pero igual no me deben culpar, como dije es el bebé, no yo. Eso le digo a Rob siempre a las tres y cuatro de la mañana.
