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Ella finalmente se llenó de valor. Ella Finalmente le confesaria todo a AJ. Sin importarle que el otro no le correspondiera. Sin importarle que podría arruinar todo lo que había cosechado. Era algo riesgoso, pero estaba dispuesta a hacerlo finalmente. Y esa ocasión era perfecta, pues él le había llamado para aparentemente pasar el rato. Todo estaba planeado ya. Sabía que sus palabras no saldrían tan fácilmente. Por lo que escribió todo en una pequeña carta, la cuál disimuladamente le daría. Sólo era cuestión de esperar a que él llegará al lugar indicado para poder conversar.

Los minutos pasaban. AJ, aún no llegaba y eso le había preocupado un poco, pues ya había pasado media hora de la hora en la que se habían puesto de acuerdo. No sabía que había pasado, pero solamente esperaba que no le hubiera sucedido algo malo. Pero su preocupación no duraría mucho. Pues en cuanto menos lo espero. Sintió cómo el chico nube se acercaba a ella. Él estaba sonriente, Teresa no evitó en sonreír de igual forma.

— Lo siento por la demora.

— Oh... No te preocupes. Esta bien... Por un momento, creí que te había pasado algo. — Le contesto Teresa. Luego de ello volvió a sonreír levemente — Y bueno... Que era lo que me ibas contar. — Pregunto. Posando sus bellos orbes zafiro sobre su rostro.

AJ. Suspiró pesadamente. Llevaba tiempo queriendo le decir lo que sentía. Pero no sabía si ella podría aconsejarlo para que no cometiera un error en lo que iba a hacer. Sabía que había tenido sus tropiezos. Pero aún así estaba dispuesto a ser algo más que simples amigos. Pero no estaba seguro si ella igual le llegaba a corresponder o no.

— Mira. Alguien me gusta... — Confesó. Teresa se sorprendió ante su comentario tan repentino. — Es alguien con la que habló muy seguido. No sé... Pero me llama la atención y no sé si a ella le causé la misma ilusión.

— Cuéntame más... — Le respondió. Haciéndose una falsa ilusión de lo que sucedería después.

— Es una chica con la que llevo poco tiempo de estar conviviendo. Una chica, con la que guardó muchos cosas en común. Ella, es muy hermosa sin dudas y lo más que deseo es estar a su lado. — Un pequeño sonrojo se hizo presente en su rostro. La rubia sólo le seguía observando. Mientras un pequeño brillo comenzaba a formarse sobre sus ojos. — Sus ojos son azules y su mirada es encantadora...

Sí, definitivamente, sabía de quién se trataba.

— y. ¿Que más? — Ella pregunto, bajando su mirada y sosteniendo un mechón de su cabello, mientras sus mejillas se tornaban carmesí.

— Su sonrisa es encantadora. Al igual que su risa... Ella es muy risueña sin dudas. También es demasiado carismática y divertida... Cada momento que paso a su lado, llega a ser mágico... Pero si tan sólo ella supiera lo que siento.

— Bueno... En ese caso. Creó que yo conozco a la persona de la que estas hablando. — Ella comentó. Sin dejar de sonreír hacía los supuesto alagos a su persona.

— ¿Enserio?.

— Ujum.

— En ese caso... Quizás podrías ayudarme.

— Sí. Sólo dime de quién se trata. Te ayudaré sin dudarlo.

— Bien, en ese caso... Se llama Mordeline. ¿La conoces?.

Mordeline... Ella era la chica a la que se estaba refiriendo todo ese tiempo. Teresa era demasiado ingenua sin dudas. Su rostro en ese momento se llenó de sorpresa, y no pudo evitar sostener aquella hoja de papel fuertemente, mientras sus manos temblaban, sin dejar atrás esa mirada perpleja. AJ había notado esto, y trás pasar un par de segundos, ella volvió a hablar.

— S-sí... La conozco. Ella t-trabaja conmigo en el parque.— Respondió finalmente. Bajando la mirada y sosteniendo fuertemente su falda. Ahora estaba más seria, a comparación del semblante que tenia antes. — Ella es muy hermosa. Así cómo la describes... E-es m-mi a-amiga... Por lo que no será difícil ayudarte a acercarte a ella. — Dijo finalmente. Mostrando una sonrisa Falsa. AJ, sólo la abrazó levemente, dejándola una vez más sorprendida.

— ¡Gracias!. Es bueno saber que cuento con una buena amiga cómo tú...

Esas palabras la había apuñalado en ese momento.

— Sí... Amigos...

— Por cierto. ¿Que es eso?. — Pregunto. Señalando aquella hoja que la chica tenía en sus manos. Teresa entró en pánico y simplemente lo arrugó y tiró en uno de los basureros del parque.

— No es nada. Sólo es una insignificante hoja... — Mintió. Luego de ello levantó de su sitio. — No quiero ser grosera. Pero creo que ya debería irme...

— No te preocupes. Creo que yo igual debería irme.

— En ese caso; adiós. T-te veo l-luego.

Dicho esto, ella se alejó. Sin importarle que las personas vieran sus lágrimas... Ni ella misma se creía que era demasiado tonta, para confundir amistad con amor.