Capítulo cinco

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Pasaron unos meses en los que trabaje embargando y según las palabras de aquel señor que había sido panadero el trabajo era golpear, arrancar, amasar, aplastar y demás, y realmente me sorprendía lo frágil que era el cuerpo humano y aún más que yo tuviera una inmensa que no había tocado límites, no obstante, a pesar de todo aquello me vi en varias veces siendo disparado con armas de fuego, golpeado con filosos cuchillos, machetes, hachas, aunque era doloroso yo salía ileso pero los disparos eran demasiado duros y me dejaban en ciertas ocasiones moretones, si soy sincero los disparos de escopetas no eran tan dolorosos a comparación al de los rifles

Esos días fueron bastante buenos al menos hasta que aquello pasó y fue el último punto de retorno que tuve

Todo fue en día normal en el que estábamos en la oficina, yo estaba mirando la lista de direcciones mientras el jefe escribía algo en unas notas pero entre lo que pude leer me di cuenta que una dirección estaba en color rojo sumado que era en una zona lejana

– disculpe ¿este lugar es especial? – pregunte, le mostré el papel y lo miró un momento

– oh, no pensé que te tocara – contestó

– Tienes suerte – añadió

– ¿por qué? ¿Qué es? – pregunte

– ¿recuerdas porque tenemos habilidades? Pues ahora conocerás por que los tenemos y saber qué tanto puedes hacer – contestó, se levantó

– te acompañare, será tu primera vez y yo no siempre veo a uno personalmente – dijo, parecía estar emocionado

– ¿y esto es algo especial? – pregunte

– ¿bromeas? ¿Has visto las películas sobre superhéroes? Es algo similar solo que en vivo y real, cuando lleguemos te darás cuenta –

Con eso dicho guardó sus papeles y se dirigió a la puerta

– Vamos en mi auto, esto será bueno – bramo, yo estaba algo sorprendido por que no entendía nada

Bajamos al estacionamiento y con el auto del jefe nos movimos hacia el estado cercano, en una zona algo rural y descuidada

El camino en su mayoría era terracería y polvo pero no había nada interesante más allá de vacas y uno que otro animal

Llegamos al lugar cerca del mediodía y era bastante feo, no entendía por qué estaba en la lista si todo parecía normal ya que no había lujos y la mayoría eran cosas de un rancho cualquiera

– ¿y por qué estamos aquí? – pregunte, mi jefe suspiro

– digamos que aquí es una de las fuentes de muchos deudores, no han pagado y ahora venimos...supongo que están confiados.....¿oye sabes pelear? ¿Has practicado alguna arte marcial? – contestó

Negué con la cabeza

– bueno, ya aprenderás pero por ahora no dejes que te golpeen, es peor que varios disparos – dijo, asentí y solo pude sentirme nervioso

Nos alejamos del auto y caminamos hasta la casa grande, era una temporada seca por lo que había mucho polvo, la hierba en su mayoría estaba seca, la casa grande era normal con pintura decolorada y cosas por todas partes llenas de polvo, unos tres pisos terminados y un cuarto a medio terminar

– ¿Seguro que es aquí? no parece que haya algo de dinero – comente

– no te dejes llevar por lo que ves....bueno cuando entremos no te sorprendas por lo que veras – dijo

Parecía hablar seriamente así que solo asentí

Fuimos hasta la puerta de la casa principal donde el jefe golpeo para ver si respondían, fueron unos segundos de puro silencio y sin más el jefe empujo la puerta abriéndola, del interior salió un olor vomitivo y hasta de alguna manera había quemado mis vellos nasales,, era como si hubiera azufre y algo de carne pudriéndose en la oscuridad

Un trabajo que había publicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora