También quería empezar a buscar un coche, pero él me diría que esperara hasta que llegara a casa en Navidad. No era que no supiera lo que estaba haciendo. Sólo sabía que querría compartir esa experiencia conmigo, así que no reventaría su burbuja.
―Me gustaría que estuvieras en casa para ayudarme con mis proyectos de investigación para la feria de ciencias. ―Cambié de tema―. Creo que deberíamos haber hecho eso mientras te visité este verano.
Mi padre se había retirado del ejército después de la muerte de mi madre hace ocho años y trabajaba para una compañía de Chicago, a una hora de distancia, que construía aviones y los vendía en todo el mundo. Ahora, se encontraba en un largo viaje por Alemania, dando cursos de formación mecánica. Después de que mi año terminó en París, me reuní con él en Berlín durante el verano. Mi madre estaría feliz de saber que había viajado y que tenía planes de continuar con ellos tan pronto como fuera posible después de la secundaria. La extrañaba mucho, más aún en los últimos años que cuando falleció. En ese momento, las puertas francesas de mi habitación volaron abriéndose con una ráfaga repentina de viento frío.
―Espera, papá. ―Salté de la cama y corrí a la puerta a mirar fuera.
Una fuerza constante de viento acarició mis brazos y piernas desnudas. Me incliné sobre la barandilla e hice un inventario de las hojas aleteando en las ráfagas y de los botes de basura rodando. El olor de las lilas flotaba a mi puerta de los árboles que salpicaban nuestra calle, Fall Away Lane. Una tormenta estaba a un segundo de distancia, y la electricidad llenaba el aire con anticipación. Escalofríos corrieron por mi piel, no de frío, sino por la emoción de una tormenta. Me encantaba la lluvia de verano.
―Hola, papá ―lo interrumpí mientras hablaba con alguien en el fondo―. Tengo que dejarte ir. Creo que una tormenta está en camino, y debo ir a comprobar todas las ventanas. ¿Hablamos mañana? ―Me froté los brazos para borrar el frío.
―Por supuesto, cariño. Tengo que correr yo también. Sólo recuerda que la pistola se encuentra en la mesa de entrada. Llámame si necesitas algo. Te quiero.
―Yo también te quiero, papá. Hablaré contigo mañana ―dije.
Cerré la laptop, me encogí en mi sudadera negra con capucha de Seether y abrí la puerta de mi habitación. Estudiando la parte exterior del árbol, mi cerebro rompió espontáneamente a los recuerdos de las muchas veces que me había sentado en ese árbol para disfrutar de la lluvia. Que había compartido muchas de esas veces con hakyeon... cuando todavía éramos amigos.
Buscando rápidamente, tomé nota de que la ventana estaba cerrada, sin luz saliendo de su casa que estaba a menos de diez metros de distancia. El árbol actuaba como una escalera entre las ventanas de nuestros dormitorios, y siempre parecía que las casas estaban conectadas de alguna manera. Durante mi año lejos, había luchado contra el impulso de preguntarle a sunny sobre él. Incluso después de todo lo que había hecho, parte de mí todavía extrañaba a ese chico que era mi pensamiento de vigilia y compañero constante cuando era niña. Pero hakyeon se había ido. En su lugar había un amargo e imbécil odioso que no tenía sentido para mí. Cerrando y bloqueando las puertas francesas, solté las cortinas transparentes y negras cerrándolas. Momentos más tarde, el cielo se abrió con un crujido, y la lluvia se desató.* * *
Despertando más tarde esa noche, con mi cerebro incapaz hacer caso omiso de los truenos y el resonar del árbol contra la casa, encendí la luz de mi lado de la cama y me arrastré hacia las puertas para comprobar la tormenta. Capté la vista de faros acelerando peligrosamente por la calle. Incliné la cabeza tanto como pude y alcancé a ver un Boss negro 302 en su camino a la calzada de hakyeon. El coche derrapó un poco antes de volar fuera de mi vista en el garaje. Era un nuevo modelo de vehículo con una gruesa franja de carreras roja corriendo a lo largo del coche. Nunca lo había visto antes. Lo último que supe que hakyeon tenía era una motocicleta y un Mustang GT, por lo que el coche podría haber sido de cualquiera. ¿Tal vez tenía un nuevo vecino? No estaba segura de lo que sentía con esa posibilidad. Por otro lado, el coche habría totalmente sido del gusto de hakyeon. Después de un minuto más o menos, una tenue luz cayó sobre mi piso por la iluminación procedente de la habitación de hakyeon. Me sorprendí al ver una figura oscura moverse detrás de sus persianas. Mis dedos comenzaron a sentir un hormigueo, volviéndolos demasiado débiles para doblarse. Intentando volver a centrar mi atención en la fantástica exhibición del viento y en las cortinas de lluvia, mi corazón dio un salto al oír el sonido de las persianas de hakyeon levantarse y la luz derramarse entre nuestras dos casas. Entrecerré los ojos cuando vi a hakyeon alzar su ventana e inclinarse hacia la tormenta en la noche. Diablos. Parecía estar observando el espectáculo, igual que yo. Apenas pude distinguir su cara a través de las densas salpicaduras de las hojas, pero supe cuando se fijó en mí. Sus brazos se tensaron mientras se apoyaba en el alféizar de la ventana, y su cabeza se inclinó hacia mí, inmóvil. Casi pude imaginar esos ojos color chocolate penetrándome. No hizo ningún saludo ni movimiento de cabeza. ¿Por qué lo haría? Mi ausencia no haría que su corazón se volviera más afectuoso, claramente. La preocupación y aprehensión solían molestarme cuando ese tipo estaba ahí, pero ahora.... sentí una extraña mezcla de nerviosismo y expectación. Poco a poco retrocedí para cerrar y asegurar las puertas. Lo último que quería era viajar y regalar las emociones que hervían bajo mi calma exterior. Durante mi tiempo fuera, había pensado en hakyeon, pero no preocupado por él, creyendo que el tiempo y la distancia lo calmarían. Tal vez esa predicción había sido demasiado optimista. Y tal vez ya no estaba tan preocupada por su mierda.