❝ My blood start to rush when I see you, darling
I know you're nearby and I know your purpose
Take one look at you, you're heavens incarnate ❞
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Tanto como tú y Akaashi eran estudiantes, lo que significaba que encontrar tiempo para estar juntos era casi imposible. Además, Akaashi estaba trabajando en su tesis para su maestría, por lo que el tiempo que pasaron juntos durante las últimas semanas fue un total de 20 minutos.
Los dos tuvieron una conversación ayer, prometiéndose el uno al otro tratar de hacer más tiempo para estar juntos.
『••✎••』
Miraste el reloj por centésima vez en un minuto. Hoy prometió que trabajaría en la biblioteca mientras estudiabas.
Pero, Akaashi pareciera que llegaría 20 minutos más tarde.
Suspiraste y tamborileaste los dedos sobre la mesa de madera. 5 minutos más lo decidiste, solo 5 minutos más.
Dos cafés calientes y una bolsa de dulces de panadería fueron colocadas frente a ti. Mirándote con una cara de disculpa.
—Lo siento mucho. Traté de ser más rápido comprando un poco de café, pero la cafetería decidió ser más lenta solo para mí ━Akaashi besó tu frente y luego se sentó al otro lado de la mesa frente a ti.
Te cruzaste de brazos, fingiendo estar realmente molesta (no estabas tan enojada porque incluso si llegaba tarde, él aparecería y trataría de compensarlo)
—Si hay un muffin en esa bolsa, podría perdonarte.
Akaashi sonrió lo suficiente como para alcanzar sus ojos (oh, cómo te encantaba cuando lo hacia)
—Sabía que era mi única oportunidad de salvar mi retraso. Te prometo que no volverá a suceder.
Desenvolviste el muffin y le diste la mitad a Akaashi. —Tú también me conoces.
Ambos sacaron sus computadoras y otras cosas de la escuela y se pusieron a trabajar en sus respectivos proyectos. Ninguno de los dos habló, pero parecía que tampoco se quitaban las manos de encima.
Jugaban con los pies debajo de la mesa. Te besaba los nudillos y los acariciaba con el pulgar. Incluso te moviste a su mismo lado y te apoyaste contra él mientras leías algunas tareas requeridas.
Siempre se estaban tocando de alguna manera, asegurándose que las cosas estaban bien, que el otro todavía estaba aquí.
Pero aunque no era mucho, era suficiente. Ninguno de ustedes era exactamente perfecto, pero todas las llamadas perdidas, las citas fallidas o incluso las tardanzas valieron la pena en momentos como este.
Al mirar a Akaashi, notaste que estaba sumido en sus pensamientos. Su rostro se arrugaba de la manera más linda que te hizo sonreír, nunca se lo dirías, por supuesto; se avergonzaría demasiado, lo que tampoco sería malo. Besaste la parte inferior de la mandíbula de Akaashi, sacándolo de sus pensamientos mientras te miraba.
—Te amo, lo sabes, ¿verdad?
Él sonrió y depositó un tierno beso en tus labios.
