Heather [TaeSeok]

03

16 de diciembre de 2019.

Ya habían pasado dos semanas desde
lo sucedido aquella tarde en el
parque. Hoseok se había distanciado
de Taehyung, aunque sus encuentros
casuales continuaban. La única
diferencia, ya no eran tan frecuentes.

Dos días después de aquel encuentro,
Hodeok volvió a encontrarse con
el castaño. En aquel parque. Ambos
entablaron una conversación
enseguida. Luego de unos minutos, Jung ya tenía el número del chico.
De un dia para el otro, había comenzado a acercarse a aquel
muchacho. En esas dos semanas, se
habían reunido en varias ocasiones,
hasta llegó a cancelarle al menor
para salió con el otro muchacho.

A Taehyung le dolía que la persona que le gusta y ama más que a nada, este saliendo con alguien que no es él. Pero sada podía hacer; el mayor era libre de tomar la decisión que quisiese, ¿no? Taehyung lo respetaba.

Esa tarde del dieciséis de diciembre, el moreno se encontraba completamente solo en el parque que solía frecuentar con su mayor. Ya era la quinta vez que Hoseok le cancela diciendo que tiene cosas que hacer y son importantes.
Le resto importancia y fue al lugar
por su cuenta, tomar un poco de aire y pensar no le haría mal.

Por el lado de Hoseok, se encontraba
junto al castaño en el mismo lugar que el pelirrosa. Ninguno de los dos era consciente de ello, ni lo serían.

—Seok, tengo frío.

Soltó dulcemente aquel chico que le acompañaba. Hoseok no tuvo mejor idea que darle su sueter, el mismo que le dio a Taehyung días antes, el mismo sueter con el que dijo que se veía bonito. El jodido sueter de poliester.
Hoseok se quitó la prenda, y ayudó al muchacho para colocarselo.

—Se te ve mejor a ti que a mí. Aparentas ser más adorable.

Ambos se sonrieron. Sin saber, que a unos metros de ellos, se encontraba un chico de cabellos rosados que húmedas se encontraban por las lágrimas. Su mano derecha tomaba fuertemente el colgante que anteriormente Jung le había
obsequiado, no se lo había quitado en ningún momento, ni pensaba hacerlo.
Hoseok le había dicho las mismas palabras, que días atrás habían sido dirigidas hacia él. El dolor en su pecho se hacía cada vez más fuerte, e insoportable. Se levantó del banco para luego comenzar a caminar a su hogar, aguantando el llanto.