Pov con Neweedrea
Verás, no me gusta el mar, tan lleno de lágrimas cobardes. A veces cuando te miro allí tan extraño en tu planeta, siento constelaciones en mis ojos; pero mira como gira el anillo de Saturno en mi pupila, no entiendo al cielo cuando te mira con esa cara de gato tan auténtica, que el cielo ahora es blanco y las nubes son azules, los arcoiris son falsos, yo soy uno verdadero y me encanta que sonrías cuando no es tu cumpleaños. Y en el fondo te admiro. Admiro tu fuerza. Esa forma que tienes de no derrumbarte nunca y siempre tener una gran sonrisa dibujada con crayola, la cual contagias a cualquiera que te ve. Y aunque a veces tus ojos se camuflen con el rocío de la mañana, no te afecta y sigues adelante, como si nada hubiera pasado.
Es raro, hoy me dice que Saturno no brillaba, y yo pensé, otras mentiras del cielo. Hay primaveras en las que mi sol es tímido y lo beso con ternura y es ahora cuando me ciega con su esplendor.
No hay viento, el polen no te envuelve y entre el bosquecillo oigo el ciclo de la vida. Las orugas como plantas, los pajaritos comen orugas, los pajarotes comen pajaritos, las bacterias se comen al pajarote muerto y de ahí una planta nacerá. Y después nos convertimos en seres.
Me encantaba esa sensación. La sensación de libertad que nos regalaban esas ocasiones, en las que nada ni nadie nos decía qué hacer ni cómo hacelo. Sólo nosotros dos con y contra el mundo. A veces, en mis sueños, vuelvo a sentirlo, pero sobretodo a sentirte, aunque al despertarme sé que todo es mentira, que nunca volverá a ser lo mismo, que ya no estás aquí para mí.