Parte 1 Sin Título

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¿Qué tienen los amaneceres en Turquía que te roban el alma? Tal vez sea esa superposición entre colores cálidos y fríos que se van engranando unos con otros hasta forma una sola línea de luz. El mar es lentamente acariciado por un sol rojo, no anaranjado, ni violeta, el sol turco despierta rojo, y va tiñendo suavemente cada pieza de la naturaleza, los árboles filtran el color haciendo mosaicos destellantes en sus huecos, el mar empieza a aquietarse después de su quejido nocturno y suaviza la cresta espumosa de sus olas que parecen arquearse solo para ser tocadas por la luz crepuscular. El ambiente es húmedo y oloroso como una hembra enamorada en el amanecer y, conforme se desgranan los minutos, el aroma va cogiendo diferentes matices que te arrullan en olores dulces y exóticos que levantan el apetito.

A mí me gustaría que los días enteros fueran como un amanecer en Estambul, casi me atrevería a decir que es el único momento del día en que siento paz. 

Con esta disposición de ánimo me preparo el desayuno mientras que Ayra y Bellinay, mis dos compañeras de piso, se sientan en la mesa y esperan para tomar su ayran, una bebida a base de yogur líquido con limón y sal, sus tortas con queso y el platillo con aceitunas negras y queso.

Al otro lado del continente me imagino a mi madre sirviéndose un té o un café. Nunca adopté esta costumbre europea de tomar algo muy ligerito en el desayuno y después hacer un gran almuerzo. Los turcos nos levantamos con un sano apetito.

Hoy no tengo nada que hacer. Kadir está en Ankara, con su esposa. Me duele el corazón imaginarlo paseando bajo el hermoso ocaso turco cogidos de la mano. A menudo me he preguntado que me llevó a sostener ese tipo de relación clandestina, y solo puedo encontrar una respuesta; La soledad.

Tanto Ayra como Bellynay conocen la historia. Por suerte no son musulmanas inflexibles, aunque lo que hago contradice todas las normas morales de mi religión. Pero me siento sola y Kadir es lo más parecido al tipo de hombre que me hubiera gustado para mí.

El sol de TurquíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora