10 CM DE CENIZAS
Es triste tocar mi piel. Tosca, suave, pero llena de desdichas.
Ocurrió un lunes lleno de tensión por la mañana mientras tomaba una taza de té y me enfurecí porque sólo me alcanzaron 10 cucharadas en lugar de 6. Mientras yo tomaba el té, él fumaba un cigarro para deshacerse del estrés. Me puse de pie y lo desterré, me preguntó la razón, pero aún no la sé.
Ante la mesa me senté y me pregunte: ¿cómo es que nunca y siempre hago todo y nada al mismo tiempo? La respuesta, otra vez, no la sé.
Después de tantas controversias, vi que él seguía en mi patio fumando y me dio por encender a mí un cigarro.
Recuerdo perfectamente el dolor que causó esa quemadura en mi piel. Las cuatro paredes me encerraron, me enloquecieron, me destruyeron, hasta que mi cuerpo se paralizó.
Entre colores y olores comencé a desvanecerme, la mitad de mi se convirtió en fuego y la otra no supo qué hacer. Hasta que, lentamente, mi esperanza de escapar reventó y se convirtió en un empeño a morir. Pues, no me di cuenta que aquellas cicatrices que carcomían mi piel, comenzaban a fundirse en mí. Ese fuego desatado en cenizas me convirtió.
Y ahora, cerca de Zeus, Brahma y Dios, me doy cuenta de que nos une esa lumbre que no alumbra y esa locura siempre será parte de aquí, de mí y de ti.
S.M.K.
En honor a Lewis Carroll