Nuestro pequeño secreto

capitulo 3

El príncipe de los ejércitos celestiales había caído a la tierra siglos atrás. Las tres cuartas partes de sus soldados lo siguieron voluntariamente al destierro.

Una luna de sangre se asomó sobre el horizonte de la humanidad cuando las alas color zafiro de Lucifer. Trocaron el azul del cielo por el carmesí de las pasiones violentas.

Lleno de rencor llego al mundo el arcángel mayor. ¿Qué oscura traición lo arrancó de su trono de estrellas? ¿Qué siniestras maquinaciones pusieron en movimiento los sucesos que le arrojaron al abismo?¿que desagradable deseo le tenia su hermano para el? todas esas preguntas rodaban por su mente

En pleno siglo XXI unos pocos elegidos son los guardianes del tiempo de Dios. Aún queda suficiente luz para impedir que ángeles y demonios vuelvan a tomar las armas después de la última odisea.

Marcado está el día del apocalipsis dijo el señor y la tierra desaparecerá en llamas para eliminar la maldad y la depravación de la tierra.

El ángel de la destrucción había desaparecido. Esa nueva interrogante cruzaba entre el cielo y la tierra pero ni siquiera la potente visión del señor del universo, puede divisar el desfile del arcángel destructor de galaxias; entre los millones de almas que pueblan la tierra.

Una ola de violenta calma recorre el planeta y mientras ángeles y demonios se disputan el derecho sobre el destino de la humanidad muchas cosas están a punto de cambiar.

Es hermoso en centro américa. La costa acariciada por el sol reverbera como espejo herido por la luz. El poder del mar podría sentirse en las personas y las cosas. Formando parte de una armonía indisoluble.

En un pequeño pueblo a orillas de costa rica , Hojancha en el pueblo donde vivía la joven Mia de piel clara de cabello castaño y ojos claros. Cada tarde, al volver del trabajo. Sus ojos se perdían en la azul inmensidad, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

Vivía al lado de un hombre que había disipado sus ganas de vivir. Sus días trascurrieron tristes, entre una agotada jornada laboral y peleas maritales; donde no existían límites para lo degradante llenando de heridas su joven alma que con el tiempo no podían sanar.

Una tarde visitó a su padre aquel hombre que la había apoyado siempre y que sus consejos le sirvieron de consuelo, cuando su mente colapsaba.

Había instantes en que la vida dejaba de tener sentido y acumulaba abrumadoras preguntas se hacían camino dentro de su mente, perturbada por el dolor y la soledad.

─¿Qué haré?─ se preguntaba─¿Estará mi vida siempre vacía de amor?¿Cómo sería no sentir dolor o angustia? No sentir... nada.

Carlos, su padre. Vivía en un pueblo pequeño llamado san José. Poblado de ganaderos, pescadores y agricultores; ubicado a pocos kilómetros de la playa carrillo.

¡Lugar destacado! por el pollo pinto un platillo que consume la región aunque a unos metros se alzaba una montaña, cuyo cúspide será siempre verde cerca de el mar.

Los ganaderos la evitaban ya que contaba con enormes piedras que se desprendían de la empinada estructura, hacían estragos en los rebaños provocando perdidas.

Era un monte peculiar. Se contaban historias de extraños monstruos que bajaban al océano al anochecer. De un lindo joven de piel morena, que de vez en cuando descendía y se paseaba por el pueblo sin decir palabra. Montando un caballo color blanco.

Las jóvenes casaderas de la vecindad soñaban con aquel joven inaccesible. Se rumoraba que era hijo de un campesino adinerado pero nadie sabia de donde venia.

En la tarde la joven sintió deseos de salir a caminar un poco por las montañas donde las rocas parecían enormes diamantes diseñados en la altura y e sol brillaba dejando ver una hermosa vista. La montaña parecía llamarla a descansar debajo del follaje misterioso de los árboles.

Decidida a escalar el monte. Cambió su pantalón ajustado por un vestido corto de verano, que daba libertad a sus piernas y calzando unas cómodas zapatillas decidió salir de la casa rumbo a su paseo.

Mientras se acercaba a la falda de la montaña su corazón latía con fuerza por la emocionante vista que tendría asiendo que sonría como no lo había hecho en mucho tiempo provocando que las viejas energías volvieran a su cuerpo logrando que se sienta en paz consigo misma.