El clan

37 12 12
                                    

Escucho una voz lejana llamándome por nombre. El volumen es tan bajo que me hace dudar de que esté allí. Podría ser un producto de mi imaginación. Intento abrir los ojos para buscar a quien me llama, pero no lo consigo. El simple hecho de pensar en levantar los párpados me cansa. Ninguno de mis músculos se mueve. El dolor que llevo por dentro se manifiesta en mi cuerpo entero. No quiero pensar más, no quiero pelear, no merezco existir... Estoy agotada de todo. Estoy harta de habitar esta piel putrefacta, insana, asesina... ¿¡Por qué sigo respirando aún!? ¿¡Por qué no desaparezco de una puñetera vez!? ¡Una criatura como yo no debería existir!

Intento ignorar el llamado que cada vez suena más insistente. No estoy lista para despertar. La espantosa realidad que me espera es una carga demasiado pesada... Maté a una mujer inocente. Le arranqué la vida a una persona que pudo haber tenido una existencia pacífica. Ella anhelaba dar a luz a una hijita a la que llenaría de amor, pero a cambio recibió a una bestia cruel que la destruyó. Ni siquiera le permitieron defenderse... Siempre sentí un odio visceral hacia mí misma, pero no entendía por qué. Ahora lo sé, creo que en el fondo siempre lo supe... ¡Por favor, mátenme ya!

Me aterra pensar en lo que pudo haber sucedido cada vez que Eloísa dejaba salir mi sed de sangre. ¿A cuántas personas habré matado? ¿Dos, cinco, diez, cien? Siento la bilis en mitad de la garganta, solo quiero vomitar... ¿Y si cada una de las pesadillas que tuve también eran parte de mis recuerdos? ¿Y si fui yo quien mató a Camila? Creía estar mirando a las víctimas del Descorazonador, pero quizás se trataba de mis propias víctimas... ¡No! ¡No puede ser! ¡Maldición! ¡Me detesto! Solo soy una marioneta, un instrumento, un arma en manos de seres sin escrúpulos... ¿¡Por qué me trajeron a este mundo!? ¡No merezco nada más que la muerte!

La voz sigue llamándome. El intervalo de silencio es cada vez más corto. Mi nombre se escucha una y otra vez en tono apremiante. Creo que esta persona está gritando ahora. Suena desesperada. ¿Debería dejar de ignorarla? Tal vez sí, pero me aterra enfrentarme a su mirada. No tengo el valor necesario para dar la cara. En los ojos de cada persona con quien me cruce encontraría el brillo vital que le robé a Liliana. No puedo hacer algo así. No soy digna de que se me considere humana.

—¡Samara, responde! ¡Tienes que despertar!

Recibo un fuerte golpe en mi pecho en ese momento. El potente impacto me roba el aire. La punzada de dolor me obliga a abrir los ojos . Es entonces cuando veo el rostro de quien ha estado llamándome con insistencia. Si tuviera oxígeno suficiente justo ahora, gritaría su nombre en bucle hasta quedarme afónica. La abrazaría con fuerza y le pediría perdón cien mil veces. ¿¡En verdad es ella!? No, es imposible... De seguro sigo atrapada en mi mente, es la única explicación razonable. Inhalo y exhalo a toda velocidad, toso hasta que me arde la garganta, se me salen las lágrimas. Aun así, no dejo de mirar a Camila a los ojos.

—No queda mucho tiempo, Sami. Ven, por favor.

Sin darme tiempo de reaccionar, mi hermana pasa las manos por detrás de mí para levantarme. La potencia de su agarre me deja boquiabierta. Es como si de repente me hubiera convertido en una pluma. Pese a que soy más alta y pesada que ella, me envuelve entre los brazos igual que a un diminuto cachorro y se echa a correr. La facilidad con la que manipula el peso de mi cuerpo es sobrehumana. Pese a que se desplaza conmigo a cuestas, no da señales de agotamiento. Sube escalones, salta huecos y esquiva obstáculos sin problemas. Es un lince.

—Camila, ¿qué ocurre? —pregunto a duras penas.

No emite ni una sílaba, pero coloca su mano sobre mi boca por un instante. En menos de tres segundos entiendo el mensaje, es bastante claro. Debo guardar silencio hasta que ella me lo diga. Pongo mis dedos sobre su mano y le doy un leve apretón. Aunque no tengo ni idea de qué pretende o adónde me está llevando, elijo confiar en ella. Sin importar si esta no es más que una versión onírica de Camila, quiero creer. Aunque me ocultó muchas cosas y parecía estar del lado de Eloísa, en sus ojos siempre percibí genuino cariño para mí. Si alguien puede ayudarme, es ella. Me aferro a la última partícula de esperanza que me queda.

Sueños teñidos de muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora