❛ ── uno

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El pequeño Aiden miraba con atención a los demás niños jugar. Las chicas jugaban con algunas muñecas de trapo echas en casa y los chicos jugaban con una pelota, construida de papel y algo de cinta para asegurar.

Al pelinegro no le gustaba jugar ningún tipo de deporte, menos cosas que tuvieran que ver con pelotas, pero debía admitir que le gustaba ver a los demás niños hacerlo.

Observaba todo en un cómodo silencio, y con sus lindos ojos de halcón se daba un panorama de todo.

Le gustaba estar solo, no se sentía a gusto teniendo que hablar. Era de aquellos que preferían escuchar en vez de hablar, de igual forma, nadie se acercaba a él. Tenía la etiqueta de "rarito" sólo porque su padre había muerto.

Estaba tan perdido en su propio mundo de fantasía, uno en el que no le importaban las miradas de burla o algún otro tipo de comentario que fuera malicioso, que no se dio cuenta cuando otro niño se sentó a su lado. Volvió a la realidad cuando sintió como una mano tocaba con suavidad su hombro derecho.

Aiden se asustó, pero intentó disimularlo torpemente.

ㅡ ¡Oh, perdona! No quise asustarte. ㅡ Lamentó aquel niño ㅡ. S-Sólo quería hacerte compañía. ㅡ Terminó por decir él.

El pelinegro lo miró sin expresión en su rostro, o por lo menos, ninguna otra que no se relacionara con la confusión. Le extrañaba que alguien quisiese hablar con él.

ㅡ Yo... yo estoy bien solo. ㅡ Murmuró sin muchas ganas Aiden, desviando su pesada mirada del alegre rostro de aquel niño.

ㅡ No lo creo. ㅡ Le respondió -. Nadie está bien solo. Cuando compartes tus problemas con alguien, se transforma en medio problema. Eso es lo que siempre me dice mi mami.

Aiden volvió a dirigir su vista hasta el niño enfrente suyo, y no logró describir el sentimiento que en su pecho se alojó.

Se sentía desconcertado por el positivismo que mostraba aquel chico, hasta podía decirse que comenzaba a contagiarse de él.

ㅡ ¿N-No lo sabes? ㅡ Su tono de voz fue bajo, casi como un susurro, pero fue lo suficientemente fuerte como para que aquel chico pudiera escucharlo.

ㅡ Recién me he mudado a Goyang, ¿qué es lo que debo saber? ㅡ Preguntó curioso.

Aiden fue incapaz de verlo a los ojos, no cuando su triste verdad podría ahuyentar a la única persona que fue amable con él en todo lo que llevaba en aquella porquería de colegio.

Tenía miedo, pavor de que aquel niño se alejara de él o se volviese amigo de los que siempre lo molestaban.

Pero a pesar de todo aquello, debía decírselo.

ㅡ M-Mi... mi padre murió... ㅡ Su voz fue débil, sus palabras se arrastraron.

El silencio respondió por aquel chico.

Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas cuando pudo sentir el rechazo en el aire, pero rápidamente llevó una de sus manitas a su cara, en un intento de ocultar que estaba llorando.

Era muy mal visto que los hombres lloraran.

El pánico inundó cada parte del pequeño cuerpo de Aiden, y sentado en aquel banco que se encontraba en el patio de juegos, juntó sus piernas y las pegó a su pecho, tomando así una posición fetal. Utilizó sus brazos como escudo y escondió su cabeza en el hueco que quedaba.

Intentó retener los sollozos que amenazaban con salir de sus suaves belfos, pero no lo logró.

De repente, sintió el peso de una mano en su antebrazo y como ésta comenzaba a ser jalada. Al parecer aquel niño quería que se abriera de su caparazón.

Asomó solamente la mitad de su rostro, sus ojos se encontraban algo aguados. Comenzó a temblar levemente al pensar en lo que haría ese chico. Nada fue como se esperó.

ㅡ Tú no tienes la culpa de nada. ㅡ Le habló él luego de varios minutos de haber estado en silencio. Se veía como si estuviera buscando las palabras correctas -. No me gusta ver a la gente triste, así que por favor, no llores. Lo siento mucho por ti y tu familia...

Aiden lo miró con total sorpresa, y su boca se entreabrió por lo sorprendido que estaba.

ㅡ P-pero... ¿no me odias? ㅡ Susurró, casi sin voz por el llanto de alivio que retenía en su garganta ㅡ. Todos l-lo hacen.

ㅡ Cuando llegué aquí, eras el único que estaba solo. ㅡ Le comentó él, comenzando a acomodarse en su lugar ㅡ. Me llamaste la atención porque parecías estar triste, y quería ver una sonrisa en tu linda cara.

Las mejillas de Aiden comenzaron a tornarse rojizas, se encontraba muy avergonzado al escuchar que alguien pensaba que era lindo.

Nadie se lo había dicho, excepto su madre y hermana mayor.

ㅡ No... no quiero que te molesten por mi culpa.

Aquel niño se acercó un poco más a él. Con delicadeza retiró sus brazos e hizo que bajara sus piernas. Lo miró a los ojos, y Aiden juró sentir como algo revoloteaba en su interior al poder admirar la bella cara de ese chico.

ㅡ No me importa, yo quiero ser tu amigo. ㅡ Le respondió con seguridad, y al final le sonrió con alegría, una muy linda a la vista de Aiden, más allá de que le faltaran algunos dientes ㅡ. ¡Soy Park SungHoon!

SungHoon estiró su mano hasta él, y el pelinegro dudó.

Dudó sobre si debía aceptar que fuera su amigo, ¿quién estaba tan loco como para hacer eso? Era raro, todos lo decían. Nadie se acercaba a él por la muerte de su padre y se burlaban de él por ello.

¿Quién arriesgaría su reputación social sólo para ser amigo de Aiden?

ㅡ Y-Yo... ㅡ Titubeó, aún inseguro. Los segundos corrían, y al final tomó una decisión ㅡ. Yo soy Lee Aiden. ㅡ Al terminar de hablar, juntó su mano con SungHoon. Ambos rieron con emoción.

¿Había tomado la decisión correcta? Aiden creía que sí.

Una de las maestras tocó la campana, avisando con eso que finalizaba el recreo. Comenzaron a gritar varias maestras que debían hacer fila en su grado correspondiente para volver al aula. Los gritos de algunos niños comenzaron a oírse, algunos tristes por tener que volver a las clases y otros felices por eso.

Tanto Aiden como SungHoon se tomaron de la mano inconscientemente.

Al estar enfrente de los demás, las separaron.

꒰ Senses ꒱ ❛PSH❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora