Corría por el oscuro bosque esperando no encontrarse con él. Tenía mucho miedo, no podía creer que esto le estuviera pasando. Siempre se creyó una persona normal, pero ahora todo eso era una mentira. Cosas extrañas le estaban pasando y ella no podía creerlo.
Dos días atrás Elizabeth Fox era una mujer normal que pertenecía a la realeza inglesa. La hija de un conde muy importante y futura esposa del príncipe de Inglaterra. Obviamente era una boda arreglada, pero después de pasar tiempo con su prometido este logro enamorarla. Acepto su destino con amor y muy convencida de lo que haría.
Recordaba que dos días atrás había estado con su amado en los jardines del palacio mirando las estrellas. Un recuerdo que apreciaba mucho, si ella moría quería morir con ese recuerdo en su mente. Recordaba esa sonrisa tan blanca y esos ojos tan profundos. Sin palabras él le confesaba su amor a través de ellos. Recordó que como era tarde debía irse a su propio hogar, no debía quedarse allí. El ofreció llevarla en su auto, era obvio que debía decir que no, que debía ir con un chofer que la llevara, pero no pudo evitarlo. El sí salió de sus labios. Al recordarlo, lagrimas brotaron de sus ojos y un débil “si” logro abrirse paso entre sus labios. En su mente y su corazón ese recuerdo siguió, recordó como llego a su hogar, un enorme castillo y como se despidieron. Luego recordó como en la mañana, hacia solo un día, le habían dicho que el príncipe había muerto en un accidente.
Ella tropezó con una raíz. Sus recuerdos hicieron que olvidara donde estaba y que hacía. Pronto el miedo la invadió otra vez. Debía levantarse y correr cuanto antes o el la atraparía. Le aterraba pensar lo que le podría pasar. Todo estaba tan oscuro, no podía ver las estrellas que había visto con su príncipe dos noches antes.
No recordaba mucho sobre cómo había llegado allí. Recordaba que el entierro fue ese mismo día, claro que enterraban los pedazos que quedaron del accidente. Ella lloraba desconsolada, recordaba el dolor que había sentido en ese momento. Quedo sola en el cementerio, luego de eso solo recordaba un hombre alto acercarse, vestía un traje negro, iba muy elegante. Le pregunta porque lloraba. Cuando contesto el hombre le sonrió y dijo “Te gustaría verlo de nuevo, ¿No?” y ella había hecho un gesto afirmativo con la cabeza. Después de eso, solo recordaba una luz blanca y cegadora. Luego despertó en ese bosque, sintiendo un gran miedo por alguna razón.
Dejo sus dolorosos recuerdos y lágrimas de lado para voltear, no quería que él estuviera detrás de ella. Tenía mucho miedo, cuando despertó no podía creer lo que vio. Ahora no podía creer que estaba huyendo de él. Sintió un fuerte dolor en el pecho. Miro al frente y lo vio. Su cara estaba surcada con marcas y cicatrices, no podía ser él. Miro abajo y vio sangre, sangre que emanaba de su pecho a borbotones. Sabía que había llegado su hora, no podía creer que fuera a morir así.
-Aquí en el bosque, oscuro y profundo, te ofrezco un descanso eterno. –fue lo último que escuchó.
