Capítulo 53

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- Sólo quiero hablar con el - era su voz, sin duda, la que se oía a través del pasillo con eco propio

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- Sólo quiero hablar con el - era su voz, sin duda, la que se oía a través del pasillo con eco propio.

Me quedé helado, mis pies no se movieron más y mi cuerpo quedó escondido tras la pared continua.

- Pero el no quiere hablar contigo, pervertido - esa otra voz era la de Eijirou.

¿Qué estaba sucediendo?

- ¿Pervertido? - repitió Katsuki, escandalizado.

- ¿Lo llevaste a tu casa sabiendo que no estaba en sus cinco sentidos? No te hagas el santo - alegó Eijirou.

- Lo llevé a mi casa por eso mismo - explicó -. No iba a dejarlo aquí solo en ese estado, además, yo no tenía llave de este departamento, ¿qué querías? ¿Qué lo dejara en el pasillo? - replicó.

- Como sea, el no quiere verte.

- Tú no decidas, no tienes derecho - decía Katsuki.

- No decido, sólo te estoy repitiendo lo que el me dijo esta tarde - refutó Eijirou.

- Necesito hablar con el, y tú no me lo vas a impedir - advirtió Katsuki.

- Pues, ojala lo encuentres - la voz de Eijirou parecía ocultar una sonrisa malévola.

Hubo un silencio y me eché a correr al captar que la conversación entre ellos había terminado y que Katsuki pasaría por donde yo estaba escuchando todo.

Corrí hacía el ascensor, Katsuki no lo tomaría, de eso estaba seguro. Las puertas se abrieron a tiempo y me escondí antes de que sus ojos me vieran. Apreté el botón para el cuarto piso, sólo por si acaso y el estómago se me encogió, evidentemente más sensible, cuando el ascensor subió un piso arriba.

Cuando las puertas se abrieron de nuevo y me dejaron salir, bajé rápidamente las escaleras hasta mi piso y llamé a la puerta del departamento trescientos ocho. Alguien dentro refunfuñó palabras ininteligibles y luego el tío de Eijirou me abrió la puerta y me puso mala cara, deformando su rostro. Su cabello negro estaba atado en una deshecha coleta y algunos cuántos pelos se salían de su lugar.

- Disculpe que lo moleste, ¿está Eijirou? - pregunté.

- ¡Eijirou! - lo llamó, luego sin decir nada más, se dio media vuelta y volvió al sofá en el que seguro estaba antes.

Eijirou salió de una de las habitaciones y después de que miró a su tío me captó en la puerta de entrada, esperando.

- Oh - musitó y se acercó -. ¿Qué pasa, Izuku? - dijo, saliendo un poco y cerrando la puerta tras de sí.

- Escuché la discusión que tuviste con Katsuki, ¿por qué? ¿A qué vino? - inquirí, desesperado.

Él exhaló.

- Venía a hablar contigo, pero le dije que tú no querías hablar con él - musitó.

- Eso lo escuché, pero ¿por qué le dijiste que yo no quería hablar con él?

Manual de lo Prohibido (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora