Capítulo Vll: Noches Frías

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El largo silencio que se había formado entre las dos después de intercambiar esas pocas palabras no era algo normal y ambas lo sabían.

Empezando por el hecho de que no podían dejar de mirarse la una a la otra, y que en realidad ninguna hacía el intento ya fuera de atacar o de procurar defenderse; ambas mujeres: las más expertas y eficaces en sus respectivos bandos se habían quedado fuera de tiempo y lugar.

—¿Y bien? —Preguntó la vampiresa después de un instante—. Estoy esperando. Atácame con todo lo que tengas.

Yuzu frunció el ceño, evidentemente disgustada.
No le había agradado el tono de voz altanero con el que la había retado, y aún menos le gustaba el hecho de ver a la criatura cruzada de brazos completamente relajada y apasible, como si aquello no fuera nada más que un encuentro casual entre dos viejas amigas.

¿Quién se creía que era?
¿Dónde pensaba que estaban?

Poco a poco la conmoción por tenerla al frente fue desvaneciéndose, y dejó paso a recordar lo que se suponía que debía hacer esa noche.
Tal vez ella no era la criatura que había estado siguiendo, pero no importaba, se conformaría con desterrarla del mundo de los vivos de una buena vez.

—Parece que me estás subestimando —Dijo la cazadora con voz grave.
Volvió a cargar su arma y apuntó en dirección a la pelinegra, quién todavía estaba plantada en el mismo lugar.

—No lo hago —Los ojos fríos la miraron fijamente—. Se nota a simple vista que eres alguien temible.

—¿Entonces porqué pareces tan confiada? —Yuzu estiró su brazo derecho y para empezar, sacó de la mochila un crucifijo hecho con la plata más pura—. Puedo asegurarte de que esta vez no pasará lo mismo que aquella mañana. No voy a mostrarte debilidad, ni tampoco te dejaré marchar.

Sorprendentemente, a la vampiresa frente a ella no pareció afectarle demasiado el artefacto bendito ni tampoco la amenaza.
Aunque gruñó, y se vió algo inquieta en comparación, no exhibió sus colmillos como método de defensa ni tampoco se retorció del dolor.

Yuzu dudó por un segundo.
No era la reacción que esperaba.
Mordió su labio, y decidida alzó el objeto frente a ella de forma que fuera aún más visible.
Para su propia satisfacción, esta vez la vampiresa apartó la mirada y apretó los ojos y los puños de sus manos con muchísima fuerza.

—Bien hecho —La felicitó la pelinegra con un leve temblor en su voz—. Aunque ambas sabemos que sólo eso no bastará para matarme.

—Tal vez no —Yuzu sonrió en forma pretenciosa—, pero es tan relajante verte incómoda e inmovilizada, que seguiré sosteniéndolo hasta que te rindas.

—Curioso... —Señaló la vampiresa con una risa—... Al parecer fui yo la que terminó siendo subestimada.

La cazadora titubeó.
¿Era impresión suya o la vampiresa parecía estar volviendo a la normalidad?

—Es cierto que me debilita —Continuó—, pero te bastarían muchas de esas cruces para realmente inmovilizarme, y por lo que veo, no traes ningún refuerzo contigo —Hizo una pausa y miró a Yuzu directamente a los ojos —. Te informo que si de verdad quieres exterminarme como se debe, tendrás que hallar la forma de estacarme, cortar mi cabeza y después quemarme de inmediato.
Todo tú sola.
¿Puedes lograrlo antes de que yo te alcance?

La confianza y el valor que Yuzu había adquirido se esfumaron con rapidez.
De entre todas las cosas, esas últimas palabras eran lo último que quería escuchar esa noche, ya que si en verdad debía llevar a cabo ese método tan extremo, solo podía significar que la criatura frente a ella era un vampiro de sangre pura.

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2022 ⏰

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Hasta La Eternidad [ Citrus ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora