Capítulo 1 (1ra parte)

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PRIMERA PARTE

-UN MUNDO SIN SUS REINADOS-

Miami, Florida.

3 de abril del 1999.

2:37 PM.

Eran inicios de abril y los muelles se comenzaban a desocupar por los días festivos que marcaba el calendario. Decenas y decenas de botes se aventuraban a surcar las ricas aguas de Miami buscando escapar de los irritantes sonidos de la ciudad. Las playas se encontraban abarrotadas y los socorristas estaban agotados por la cantidad de horas extras que tenían que hacer.

Spring Breakers es considerada por muchos como un tiempo de descanso, uno donde dejar la vida cotidiana atrás, por lo menos por un rato.

Por su parte, la joven Amelia Roussel, planeaba pasar sus pocos días libres de otra manera. Llevaba esperando por este viaje todo el año y no paraba de sonreír por la emoción de que por fin había llegado el día.

—Amelia, es hora de partir —anunció su padre.

Inmensamente excitada por el inicio de su pequeña aventura, recogió su mochila y se la colgó a un lado. Metió sus pequeños pies en sus sandalias y corrió velozmente por el muelle hasta llegar al lado de su padre, y sin pensarlo dos veces, caminó por la rampa y subió a bote.

Su padre intentó fruncir el ceño en su dirección para reprenderle sobre aquello, subir al bote por sí sola, pues podría resbalar y caer al agua. Pero al ver a su pequeña de tan solo diez años sonreír de felicidad por el simple hecho de que se iban de paseo en familia, no pudo evitar sonreír también.

—Sube directamente a la cubierta superior con tu madre ¿Si, pequeña?

La niña, quien de tanta felicidad no pudo notar la advertencia expresa en la voz de su padre, sacudió enérgicamente la cabeza de forma afirmativa y se encaminó dando saltitos por la escalera.

Amelia encontró a su hermano mayor, Benjamín, a la derecha de su madre comiendo un plato repleto de frutas frescas. Mientras, trataba vigorosamente de descifrar las dos últimas palabras de uno de los crucigramas que su madre le había regalado para entretenerse. O eso es lo que pensaban sus hermanos.

Benjamín llevaba asistiendo hacia poco más de un año a "Manejo de la ira" con su psiquiatra. Con apenas catorce años el chico había sido expulsado de tres de los mejores colegios de toda la zona de Miami por provocar peleas incomprensibles y para sus padres era una tarea casi imposible mantenerlo al margen de la prensa. Los periodistas rasgaban por todas partes buscando el menor indicio de escándalo en la Familia Roussel, pero por suerte, el gran empresario John Roussel no era conocido como uno de los mejores por andar cazando mariposas con una red.

Los demás niños no sabían nada y la psicóloga había firmado un contrato de confidencialidad que especificaba muy claramente el costo que tendría que pagar de llegar a faltar a su palabra.

Era un asunto de familia y así se quedaría.

Mientras, el crucigrama era una simple técnica que habían comenzado a utilizar en Benjamín para tratar de enfocar su atención en algo por mucho tiempo sin perder la paciencia.

Amelia colocó su mochila sobre una silla y esparció todo su contenido en ella. Se había traído todo lo que, para ella, era indispensable para un paseo en bote; unos binoculares, un silbato, su sombrero de marinera, y lo más importante; su cámara de fotos.

La cámara había sido un regalo de su padre a los siete años, y desde entonces, había deseado tener una compañía sobre fotografía. Algo pequeño, no como lo de su padre.

Amos del universo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora