Miedo

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La paciencia de Minjeong se agotaba con el paso de las horas, estaba preocupada por su novia, pero también por no ser lo suficiente para ella. Desde que la situación se salió de control, la mayor no hablaba con nadie, apenas y había tocado alimentos en dos días y se la pasaba llorando en la habitación de la menor. Todo eso bastaba para que la compositora se mordiera las uñas y llevara muchas horas sin dormir. 

-Minjeong, debes dormir un rato.- La mejor amiga de la chica le observó con preocupación, desde otro lado del gran sofá que compartían.

-No puedo y de verdad que lo he intentado, pero siento que en cualquier momento me puede llamar. 

-Por eso estoy aquí, ¿puedes relajarte un momento?

-Por supuesto que no, Ning, tengo miedo de que ya no quiera ser mi novia. Sabes que estas cosas no me importaban mucho, ahora no sé qué hacer y eso me vuelve loca. 

-El amor enloquece a las personas.- La pelirroja se encogió de hombros.- Como sea, es normal que Karina-unnie se comporte de esa forma porque no creo que sea agradable que tu novia te recuerde todo lo que perdiste y sobre todo, que te lo haya ocultado. 

-P-pero, yo le dije que no le faltará nada conmigo.

-Minjeong, fue desterrada de su familia, no creo que sea algo que le importe poco.

-Pero, sus hermanas la van a querer de la misma forma. 

La menor suspiró y se acercó hasta su amiga, para acariciarle la espalda.- Escucha, no intentes comprenderla porque eso será difícil, ya que nunca han estado en la misma situación. Pero, puedes apoyarla y darle el espacio que necesita en estos momentos. Y no dudo que le darás todo, así que solo debes ser paciente. 

La pelinegra suspiró resignada y se recargó en el hombro de su amiga, quiso agradecerle, pero la llegada de una persona les interrumpió. Ning se apresuró a abrir la puerta para dejar pasar al invitado y cuando se encontró con aquel rostro su corazón se aceleró terriblemente.

-H-hola.- Giselle saludó con una sonrisa, que parecía ser una flecha en el corazón de la pelirroja.- Karina me ha llamado.- La menor parpadeaba rápidamente sin poder hablar.- ¿Puedo pasar?

-¡Giselle-unnie!- Minjeong apareció detrás de su mejor amiga.- Pasa, por favor, ¿está todo bien?

-Rina me pidió que viniera, espero que no sea una molestia. 

-Por supuesto que no, te llevo a la habitación, ya es un logro que quiera hablar con alguien. Aunque no sea yo...

-Descuida, Minjeong, se mejorará.- La castaña sonrió y siguió a la chica hasta su destino.

Giselle se adentró lentamente en la habitación, que estaba medianamente iluminada y caminó hasta la cama, donde Karina estaba hecha un ovillo.- Jimin, estoy aquí.

En cuanto escuchó las palabras de su amiga, la pelinegra se incorporó rápidamente para abrazarla con fuerza y comenzar a llorar una vez más. Tanto era su llanto que necesitó aire, así que  Giselle ayudó a su mejor amiga a respirar profundamente para tranquilizarse, se sentía mal por no poder quitarle su tristeza. Quería ver a la Karina que siempre estaba sonriente y feliz. 

-Ya toda la presión se acabó, Jimin, eres libre.- La castaña acarició la espalda de la chica.

-T-tengo miedo, me he quedado sin nada. 

-¿Estás segura de eso?- La pelinegra no respondió.- Hasta donde sé, Minjeong te ha ofrecido una casa, un auto y terminar de estudiar. 

-Todos en esa escuela se burlarán de mí.- Karina logró tranquilizarse finalmente y se acomodó en la orilla de la cama con una mirada fija en sus pies descalzos. 

Change in LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora