Querido Papá

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Nos quedaba solo un día más antes de regresar, yo quería visitar varios lugares antes de irnos así que justo después de desayunar nos fuimos.

Connor estaba completamente cambiado, parecía como un niño en Disneylandia por primera vez.

No le importaba que yo me tardará horas comprando zapatos o viendo bolsas, el no paraba de sonreír.

Llegamos a un restaurante italiano donde nos pasaron al llegar. Todos los empleados del restaurante saludaban a Connor como un viejo amigo y me pregunte si alguna vez Connor fue alguien con muchos amigos.

-¿Que piensas?- me preguntó

-En ti- conteste mientras le daba un sorbo a mi copa de vino.

Llego el mesero y nos tomo la orden.

-Yo quiero carne, y mi novia quiere pasta-

El mesero se detuvo y me sonrió.

-Correcta elección señor- dijo apuntando en su libreta.

Me sonroje al instante y baje la cabeza.

-Tendrás que acostumbrarte a que te llame así- me dijo

-si tu lo quieres TIGRE-

En ese momento su cara sonriente cambió por una mirada seria mientras que apretaba los puños.

-Nunca me llames de esa manera- dijo intimidante

-¿Porque?- pregunte mientras me arrepentía al mismo tiempo.

-Hay cosas que son mejor no preguntar Emma-


Había tantas cosas que quería preguntarle desde hace mucho, pero no lo hacía, y sabía que esta era otra de las cosas que se quedarían rondando por el fondo de mi cabeza mientras yo intentaba no perder el control.

Llegó el mesero y nos sirvió a los dos.

-Disculpe- dijo el mesero. -¿Tiene algún problema con la comida?- me preguntó al ver que casi no la había tocado. Solo la movía de un lado al otro.

-Todo bien, gracias- dije

-¿Qué tienes?- preguntó Connor como si nada hubiera pasado.

-Se me fue el apetito- dije y me paré al baño.

Me retoqué el maquillaje y trate de calmarme, no iba a dejar que cosas así me amargaran el día.

Cuando salí del baño vi a Connor esperando fuera de este. Recargado en la puerta del baño de hombres.

Se acercó lentamente hasta quedar a centímetros de mi.

Rápidamente me tomó de la cintura y comenzó a besarme.

Vaya manera de calmar a una mujer pensé.

Juntó su frente contra la mía mientras hablaba.

-Lo siento tanto, sabes que soy un idiota. Pero un idiota que te quiere demasiado-.

Lo tomé lentamente del rostro y le planté un beso que siguió enseguida.

-Lose- contesté

Esa tarde Connor me llevó a Central Park donde comenzó a contarme un poco de su vida.

Me sorprendí al escuchar como la contaba como si fuera un libro, como si tuviera que recordar en que capítulo iba, como si no supiera que fuera su propia historia.


Obviamente me contó lo que él quería que yo escuchara, no más.

-Ahora es tu turno- me dijo mientras me tomaba de la mano. -Quiero saber todo de ti-

Please Don't GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora