Era mediodía cuando el hermano de Catalina los despertó diciendo que la policía había llamado. Al parecer, habían atrapado a los dos tipos que los robaron y necesitaban que ellos dos fueran a comprobar su identidad.
Con mucha pereza se bañaron y vistieron, cuando estuvieron listos se sentaron en la sala de la casa a esperar a su amiga Luisa, quién los iba a llevar hasta la comisaría debido a que ellos tenían en las venas más alcohol que sangre.
Catalina no había dicho nada sobre la reacción que tuvo Jimin la noche anterior después del robo y no precisamente porque se le hubiera olvidado, solo no sabía cómo preguntarle.
—Oye... —el chico llamó su atención.— ¿Crees... crees que deberíamos... Amm... Quitar la denuncia?
—¿Qué? —preguntó ella sin entender. —¿Por qué haríamos eso? Ellos nos robaron, nos amenazaron con una navaja y nos-... Bueno, eso.
—Es que, no creo que tengan la culpa. O sea, sí pero no.
Catalina se enderezó en el sillón cuando escuchó eso.
—A ver, explícame cómo es eso, porque desde mi perspectiva se ven muy culpables.
Jimin empezó a jugar con sus dedos algo nervioso, pero aún así no dio marcha atrás.
—Bueno, es que no voy a negar que sí nos robaron, pero ya sabes que muchas personas lo hacen por necesidad, no tienen que comer y eso. O simplemente no tienen las mismas oportunidades que nosotros.
Bueno, sí tenía un punto.
—Además, no creo que sean malas personas.
La chica levantó una ceja.
—Estuvieron a un centímetro de revolvernos las tripas pero, ¿no te parecen malas personas? ¿Cómo es eso?
El contrario chasqueó la lengua.
—¿Te trataron mal? ¿O te dijeron algo feo? ¿Siquiera te insultaron?
Bien, tenía un segundo punto. Ciertamente no la habían tratado mal, es más, el chico llamado 'Hoba' incluso le había dicho cumplidos. Aún así no estaba segura, pero tenía una oportunidad para averiguar lo que había pasado y la iba a aprovechar.
—Bien, digamos que acepto y retiro la denuncia. —el chico relajó sus hombros. —Pero tengo una condición para hacerlo. Dime qué pasó contigo y ese tal Suga.
La expresión de Jimin cambió radicalmente, se tensó y sus mejillas se tiñeron de rojo.
—N-no sé de q-que hablas.
—¡Ay, por favor! —respondió Catalina al tiempo que se sentaba en el borde del asiento. Era bastante chismosa, no lo podía negar. —No soy tonta. Medio ciega, sí, pero aún así me di cuenta. ¿Acaso te excita que te roben?
Lo próximo que sintió fue un cojín estrellándose contra su cara. Un ladrillo hubiera dolido menos.
—¡Claro que no! Eres una idiota.
La cara de Jimin había llegado a su punto máximo de sonroja, casi parecía que hubiera estado todo el día bajo el sol.
—¡Entonces explícame porque no entiendo! Aunque sabes que respeto los fetiches, todos tenemos, no hay nada de ma-
Otro cojín. A este paso tendría que vender un riñón para pagarse una rinoplastia.
—Cállate.
Catalina se acercó a su amigo y le palmeó la pierna.
—Si no me dices te voy a molestar por el resto de la vida.
Con esto se ganó una mala mirada del otro. Se quedaron en silencio por un tiempo, hasta que Jimin soltó un suspiro.
—Bien, te voy a contar, pero no te burles.
—No prometo nada.
Jimin volvió a mirarla mal pero le contó.
—Bueno, es que... C-cuando me tenía agarrado por la espalda él... Él s-se frotó un poco contra mi trasero y l-luego acarició mi abdomen, pero abajito, muy abajito.
Cuando terminó de hablar se cubrió la cara con las manos.
—Espera... ¿Qué?
Catalina no pudo contenerse más y soltó una carcajada. Definitivamente no esperaba eso. Lo cual es irónico teniendo en cuenta que algo parecido le sucedió a ella.
—No te rías, estúpida. Tú fuiste quién se besó con el ladrón.
Esto hizo que se callara de repente.
—Pensé que no lo habías visto.
Ahora la avergonzada era otra.
—No soy ciego. Ni tengo miopía. Por supuesto que lo ví.
—No digas nada, solo cállate.
—¿Te gustó el ladrón? —dijo con voz pícara. — ¿Quieres que te vuelva a robar? Mira que yo no juzgo tus fetiches.
Catalina sentía que iba a estallar de la vergüenza.
—Idiota.
Jimin empezó a reírse de una manera histérica provocando que la vergüenza de su amiga escalara exponencialmente. Catalina se subió encima de él y comenzó a golpearlo con uno de los cojines que le había lanzado.
En ese momento entró el papá de la chica y carraspeó su garganta. Cabe aclarar que el señor no tenía ni la menor idea de que Jimin fuera gay.
—¿Qué está pasando?
—Ah, hola papá. Estábamos jugando.
El señor entrecerró los ojos hacia Jimin mientras que su hija se bajaba y acomodaba la ropa.
—Luisa los está esperando afuera. —dijo sin quitar la mirada del chico.
—Gracias papi. Ya vamos.
La voz melosa de su hija logró apaciguarlo lo suficiente como para permitir que Jimin saliera de su casa con todas sus extremidades intactas.
Se había librado de una situación incómoda, ahora solo le quedaba lidiar con un muy atractivo ladrón de dudosas intenciones.
Mama please don't cry, I will be alright.
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ᴄʀɪᴍɪɴᴀʟ
FanfictionEn un país en donde la inseguridad es algo diario e incontrolable, hasta salir a bailar es un acto suicida. Jimin y Catalina prefieren ignorar este hecho, pero Hoseok y Yoongi lo aprovechan al máximo. Una historia tercermundista con final particula...