Late Night Talking: Prólogo.

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Late Night Talking: Prólogo.

Me gusta prestar atención al tipo de flores que compra la gente en el local. Nunca me han regalado si quiera una, pero soy un aficionado medio raro (según Dakota) del amor, así que ver a las personas comprando desde las petunias más purpuras hasta los más lindos crisantemos rosas siempre me hace cuestionar el motivo de su elección, la razón tras su detallada búsqueda para las perfectas flores "Oh, ¿Son esos tulipanes para tu novio?" "¡Me gustan su color! ¿Alguna cita que te esté esperando?" "¿Piensas acompañar esas bonitas rosas con una buena cena? Lo merecen, ¿No es así?"

Siempre son todos muy amables y cálidos, también suelo dar consejos para cuidar las florecitas.

Y hay un chico.

No viene mucho al local, pero lo noto, me he fijado que suele pasarse, todo un observador, ¿Se acuerdan? Aunque siendo sincero, no podría no notarlo. Llega cada mes o cada dos, y su pedido siempre varía, olvido las preguntas y olvido ser una persona normal cuando sus ojos azules miran los míos, y siempre trae un conjunto deportivo (Creo que juega al fútbol) sucio, así que nos visita después de entrenar, minutos antes de cerrar.

Tiene una sonrisa dulce, mejillas arreboladas y salpicadas de carmín, el pelo normalmente sudoroso, pero le queda bien. Es bastante conversador, no es su culpa que yo me ponga nervioso cuando me mira, su voz es melodiosa (Dakota piensa que soy un exagerado) pero yo diría que me quedo incluso corto. Me gustaría poder hablar más con él, preguntarle para quien eligió las Margaritas ese mes, dónde va a poner los Narcisos para que evite las zonas calurosas. Que las rosas son tan clásicas como amantes del amor, y me alegra que él las tenga en cuenta.

Me saluda con apodos, tales como rizado y ricitos (Este último siendo mi favorito) por mis claros rizos que últimamente cepillan mis hombros y raramente recojo. Me di cuenta que no le he dicho mi nombre. Y al fin de cuentas, él tampoco preguntó. Continúa con el apodo, aunque en secreto, creo que por eso todavía no le revelé mi aburrido nombre. Aunque creo que él podría hacer que no suene tan aburrido.

No vino en un par de meses, busco el azul cielo de sus ojos en cada persona que entra, y me desilusiono un poco cada vez que no lo encuentro. Siempre vuelve, y eso es algo reconfortante en mi simple opinión.

Es un lindo chico, mentiría si dijese que no esperotodos los días a que se asome.


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