14| De vuelta a casa

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♫ Home ― Edith Whiskers ♫

Quinn

―¡Chicas! Estoy aquí.

Aviso a mis amigas mientras hago gestos con la mano y me acerco a ellas. Me reciben con un fuerte abrazo, de esos que te recomponen en cuestión de segundos. Creo, de corazón, que no hay nada más bonito que sentir su amor en los malos momentos.

A veces, cuando Grace, Victoria y yo tomamos café en nuestra cafetería favorita, siento que los problemas se silencian y se ahogan en el fondo del mar. O cuando hacemos nuestras típicas fiestas de pijama y nos quedamos dormidas a las tantas de la madrugada tras haber reído durante horas. Porque nuestras confidencias y todo lo que nos caracteriza es increíble. Sé que tengo suerte de tenerlas.

Ahora que regreso a ellas y me hacen sentir tan querida, me lo vuelvo a recordar.

―Pero ¿dónde te habías metido, florecilla? ―pregunta Grace.

―Estábamos preocupadas... ¿Estás mejor? ―añade Victoria.

Las miro con culpabilidad y me muerdo el labio. Asiento y veo cómo respiran un poco más tranquilas, expulsando el aire que retenían en sus pulmones. Voy a responder, pero Grace se adelanta y no me da la oportunidad de hacerlo.

―¿Y esa chaqueta? Oh, Dios, dime que te la ha regalado Diablo.

Me giro y le muestro los cuernos y la cola de diablo que hay bordadas en la parte trasera de la chaqueta por toda respuesta. Grace ahoga un grito de emoción.

―Y no, no me la ha regalado ―aclaro―. Solo... Me la ha prestado. Ha sido bastante amable, para lo imbécil que es a veces...

―Ya, claro. Pues a mí me parece todo un caballero. De hecho, si fuese tú, estaría desmayada en el suelo. ¡Es casi famoso, nena! ―exclama Grace.

―Calma, G... ―le recuerda Vicky.

Le doy un pequeño empujón con el codo a mi amiga mientras nos dirigimos hacia el coche de Victoria.

―Tú babeas por cualquier tío que se te ponga delante; no sería difícil que te desmayaras por algo así ―bromeo. Grace pone los ojos en blanco―. Hablando de chicos, ¿dónde has dejado a tu príncipe azul? ―pregunto cuando me percato de que Ross no anda cerca.

―Esperando, como buen caballero. Ya sabes, la Cenicienta tiene que regresar a casa a medianoche.

―O llevar a sus amigas borrachas en coche ―añade Vicky entre risas.

―¡Oye, que yo apenas he bebido! ―grito.

―Ya, hemos visto como derramabas tu bebida sobre el señorito Diablo alias Cantantequeestátremendoyquehasalidocorriendoabuscarteparadespuésregalartesuchaqueta.

Pongo los ojos en blanco.

―Grace, definitivamente no tienes remedio.

Nos montamos en el coche de Victoria y me invade una sensación de tranquilidad y paz que hacía mucho tiempo que no me visitaba. Me encuentro bien, a salvo. Cuando Diablo ha cantado sobre ese lugar seguro... Creo que es justo lo que estoy sintiendo ahora mismo. Miro a mis amigas y voy cerrando los ojos poco a poco cuando nos incorporamos a la carretera de vuelta a casa.

Entro en un trance muy único y siento que Morfeo me acuna en sus brazos con tanto tacto que creo que no resistiré despierta mucho tiempo más.

Sin embargo, antes de quedarme dormida del todo, me desprendo de la chaqueta de Diablo. Inspiro su olor una última vez esta noche. Huele a chocolate intenso, un olor realmente atractivo.

Como él.

«¿Por qué he pensado eso? Debo de estar demasiado adormilada». Trato de olvidarme y borrar mis propias palabras de la mente.

«Nada de distracciones hasta que consigas tu beca, ¿recuerdas?».

Sí, lo recuerdo demasiado bien. Cómo podría olvidarme... Si es todo en lo que pienso.

Si mi vida gira entorno a ese pequeño gran sueño.

―Grace... ―Le ofrezco la chaqueta y ella me mira, extrañada―. Dásela a Ross cuando lo veas, ¿sí?

―¿No es mejor que se la devuelvas tú? O, mejor aún, ¿que no se la devuelvas? ―sugiere, sarcástica.

Niego con la cabeza.

―Es mejor así.

―Quinn... ¿Es por esa maldita beca?

―Sabes que tienes que tener una vida aparte de eso. Estamos seguras de que lograrás tu sueño, pero... ―Victoria hace una pausa―. Nosotras te apoyamos en todas tus decisiones. Lo sabes. Sin embargo, no queremos que ese sueño te consuma, Quinn.

Vuelvo a sacudir la cabeza. Ellas no lo entienden. No comprenden lo mucho que significa para mí. La cantidad de veces que me he imaginado a mí misma logrando esa beca y sabiendo que mi futuro se encaminará hacia donde yo quiero; que voy a tomar las riendas de mi propia vida y que conseguiré ser una científica de renombre.

Hacer historia.

Ellas no saben cuánto estaría dispuesta a sacrificar por algo así.

Estaría dispuesta a sacrificarlo todo.

Todo.

―Hablamos en otro momento mejor, estoy cansada...

―Vale, nena, descansa ―susurra Victoria.

―Os quiero mucho.

―Y nosotras a ti.

Apoyo la cabeza contra la ventanilla del coche y me permito cerrar los ojos. El cansancio me pesa y el sueño me envuelve de nuevo en su manto; la luna brilla con fuerza en el cielo y la noche está a punto de llegar a su fin.

Pero yo me siento segura aquí, en este momento.

Y eso es todo lo que importa. 

☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆

¡Hola! Hoy toca un capítulo cortito, pero muy comfy <3 y es que esa sensación de sentirse a salvo o encontrar un hogar en amigas... es una maravilla. ¿Os habéis sentido así alguna vez?

¿Qué opináis sobre el tema de la chaqueta? ;)

Un abrazo, diablillas <3

Siempre, DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora