Inicio de clases..

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Ya después de dos años, regreso a esta escuela de mierda, en donde todos se clasifican por grupitos desde que entran a la secundaria.
Lo peor de volver a entrar, es de que aparte de que entran nuevos compañeros, tienes que ver el rostro de los mismos compañeros y maestros, esperas impaciente para poder salir y así entrar a la preparatoria.
La única razón por la cual me levanto temprano, es para poder ver a mis "amigos".
Llego tarde a la escuela, como de costumbre, y todos ya están sentados en su lugar, yo trato de encontrar un asiento cómodo y en buen sitio, así que agarro una banca que encuentro vacía y la muevo al lado de Andrea, ella solo me mira y sonríe, yo le devuelvo la sonrisa y volteo hacía el pizarrón.
Cuando escucho la puerta del salón, volteo y veo a la maestra entrar, todos se paran y dicen en uno solo, -"Buenos días"- ya que desde primero se nos hizo costumbre.
Pasaron las primeras clases, casi me muero de aburrimiento, pero era la hora del receso y yo estaba impaciente porque quería ver a mis demás amigos de los otros salones y diferentes años.
Cuando estoy formada para poder comprar mi desayuno, alguien se me acerca, me tapa los ojos y dice: -¿Quien soy?- en esos momentos le toco las manos y las uñas.
-¡KEVIN!- dije emocionada.
-¡¿Como supiste que era yo?!- dijo riendo.
-Por tus uñas- Me empece a reír.
El me abrazo fuerte y yo también lo hice, no lo vi en todas las vacaciones de verano, y como era mi mejor amigo, era inevitable el no abrazarlo lo mas fuerte que pudiera.
Terminando el receso, el se fue a su salón y yo igual, estaba feliz, y no podría haber algo que me arruinara el día.
Pero me equivoque en eso, al entrar al salón, mi libreta que estaba en mi banca ya no tenía la pasta dura y me entro dos sentimientos a la vez, enojo y tristeza, ya se esa una de mis libretas favoritas, porque la había forrado como lo tenía planeado, y había quedado perfecta.
No le di tanta importancia, así que me senté y seguí con las clases normales.
Deje que pasarán todas las clases, ya que quería llegar a mi casa, poner música en mi estéreo a todo volumen y tumbarme en mi cama a descansar.

El peso de la depresión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora