DÍA CUATRO

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Calla había decidido llamarme: Manos de fuego. Uno de sus amigos la escuchó esa mañana y pensó que era algún tipo de broma sexual.

La policía había comenzado a llamarme "el incendiario fantasma" porque no había pistas que perseguir.

—El rastro puede acercarlos a ti —dije seriamente, mientras comíamos en su habitación. Sus padres aun pensaban que éramos solo amigos y que su novio seguía siendo Soren. Nunca podrían imaginar que el hijo del doctor Hamilton era el criminal más buscado en la ciudad, y el chico con el que su hija se acostaba la mayoría de los días.

—¿Por qué sospecharían de mi? Papá es prácticamente el dueño del único banco en la ciudad y la segunda casa de mamá es la iglesia.

Mi padre podría haber tenido la fama de buen hombre. Pero los padres de Calla tenían algo contra lo que no se podía competir: poder.

Aunque sospecharan de ella, no podrían hacer algo para probarlo.

Pero cualquier sospecha tiene un poco de verdad. Y si sospechaban de Calla no tardarían en descubrir lo nuestro y comenzarían a sospechar de mí también.

—Soren es tu novio para los ojos de la gente. Y el hombre de ayer es el padrastro de tu mejor amiga. La única persona en común entre esos incendios eres tú.

Ella dejó de comer para observarme con el seño fruncido. Sus labios estaban rojos por la sesión de besos furtivos que tuvimos antes de que llegaran sus padres.

—Entonces tenemos que romper ese vínculo —sugirió—. Incendiar la casa de alguien no relacionado con nosotros para borrar cualquier sospecha.

Antes de incendiar la casa de Soren, nunca había quemado una casa habitada. Después de ayer, ninguna sensación de los incendios anteriores había sido tan profunda, tan completa.

—¿Quién?

Calla cerró los ojos. —No lo sé. Alguien que haya hecho algo malo y nunca recibido un castigo.

No pude evitar sonreír.

—Creo que tengo a la persona indicada.

*****

Esa noche, mientras mi padre y los padres de Calla dormían apaciblemente, ella y yo lanzábamos bolas de fuego sobre de las ventanas de Dean Malone, el hombre que, al ocultarse el sol, robaba a las personas en una de las avenidas más marginadas de la ciudad.

Cuando viera el fuego, Dean Malone iba a conocer un poco de lo que le hizo sentir a tanta gente inocente.


5 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora