preludio

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La tensión me estaba haciendo sudar.
Me encontraba atado de pies y manos en una silla, en medio de la penumbra y maloliente luga, lleno del humo que emitía el cigarrillo de Javier.

Javier estaba al servicio de todo lo que le pidiese mi jodido padre legal, pero en esta ocasión el bastardo actuaba por su cuenta.

Tenía la certeza de que mi padre ni siquiera estaba enterado de mis actos rebeldes en su contra, de lo contrario; este imbécil no estaría frente a mí fumándose un cigarrillo con tranquilidad.

—Veo que quiere hacer honor a su apellido, valiente Decker —dijo con ironía, deletreando lentamente mi apellido y soltando una mueca de desprecio.

—Vamos al grano, ¿Le parece? —añadió con voz intensa —. No me haga perder el tiempo buscando, y yo no lastimare a ninguno de sus amiguitos.

—¡Púdrete bastardo!
Solo pude negarme al acto suicida que pedía.

Por mas que intentaba no lograba zafarme, las cuerdas apretaban con tanta fuerza mis muñeca, que incluso mis manos estaban frías por el impedimento del flujo de sangre.

—Bien —hablo con tono cortante —. Siga manteniendo su gloria personal, pese a las consecuencias.

Se acerco, mirando directamente a mis ojos, llenos de maldad —. Veremos si sigue en las mismas —tomo el cigarrillo entre sus dedos, echándome el humo en la cara.

—¡Métete tus amenazas por el culo! —grite, al tiempo que le arrojaba un escupitajo en el hocico.

De inmediato se retiró, limpiándose el espeso liquido que le corría por la comisura del labio —. Maldito mocoso —hablo entre dientes mientras se sacaba un pañuelo del bolsillo del pantalón.

Esbozó una diabólica sonrisa con sus amarillentos dientes consumidos por la nicotina —. Su actitud me ha echo pensar en algo mejor —dijo con aires de superioridad —. ¿Te parece si Shannon se nos une?

Un enorme peso cayo sobre mí. Mi corazón sintió un flechazo de dolor al mismo tiempo que se llenaba de impotencia —. ¡Maldito! —grite —. ¡Tan cobarde como mi jodido padre!

—Entonces hable —dijo lentamente.

Con la poca cordura que tenía, analice la situación. Yo mismo me había asegurado de llevarles hasta un lugar seguro, las probabilidades de que les hubiera encontrado eran una en un millón; y no era por que fuese un lugar invisible, si no porque Javier ya no contaba con la ayuda de Adler, y sin él, era un completo inútil.

—No —respondí, seguro de que se trataba de un chantaje.
Javier mostró una mueca de decepción —. Como usted desee.

Tomó el walkie Talkie que llevaba en el cinturón. Lo poso sobre su boca, mirándome como si estuviese esperando que cambiara de parecer. 

Una amplia inhalación resonó por el lugar después de segundos en silencio, estaba claro que era lo que estaba esperando.
El leve clic del aparato llego hasta mis oídos.

Deje escapar una risilla burlona al ver que llevaría su estúpida mentira hasta hacerme hablar.

—Traigan a esa perra —ordeno con voz seca y autoritaria a través del ordenador.
La risa se desvaneció de mi cara al escuchar esa clase de orden.

—¿Sabe que es lo que más me molesta? —interrogó con voz ronca —. Que crea que soy idiota. Déjeme adivinar —poso la mano sobre su barbilla —. Cree que alguien como yo seria incapaz de dar con el resto de sus colaboradores, pero... —se dio el lujo de darse un tiempo para parar para mostrarme una sonrisa triunfal —. ¿Qué pensaría si le dijera que fueron entregados por alguien que conoce a la perfección?

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⏰ Última actualización: May 05, 2022 ⏰

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