1. Tokyo Manji

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Londres, Inglaterra.

El viento helado le eriza la piel. Está afuera de la mansión, con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón y el cabello negro ondeando de forma rebelde. Sus ojos no se apartan del avión que aún sigue en el cielo y que en cualquier momento aterrizará en la pista privada de la familia.

— Baji, has estado viendo el cielo como un idiota por 10 minutos — Haruchiyo se coloca a su lado, batallando con su encendedor para fumarse un cigarro —. Entra a la casa, aquí está helando.

— Creí que Mikey te había pedido que dejaras esas cosas. — murmura en respuesta.

— Manjiro es un exagerado, pero no le digas que dije eso, no quiero pelear con él.

— Ustedes actúan como una pareja de recién casados todo el tiempo.

— Estamos en la etapa de noviazgo, aunque no me molestaría saltarme un par de pasos.

— Seguro que se divorcian en un mes.

— Imbécil — lo empuja y Keisuke se ríe entre dientes —. La reunión está por comenzar, entremos.

— ¿No vamos a esperar a Hakkai y Yuzuha?

— Hakkai dice que estarán dentro en menos de 10 minutos, el avión está por aterrizar. Ahora, no me des más problemas y vamos adentro.

Lo observa tirar el cigarro al suelo y aplastarlo con el pie. A veces se pregunta si Haruchiyo realmente es un idiota, porque de una u otra forma su novio terminaría enterándose de que ha estado fumando si deja la evidencia en la entrada de la casa, de todas formas decide no comentar nada al respecto, dar la media vuelta y seguirlo hacia el interior de la mansión.

Todos los empleados que se encuentran caminando de un lado a otro con utensilios se limpieza detienen su labor para darles una corta reverencia a modo de saludo, misma que Keisuke y Haruchiyo corresponden con un asentimiento. La mansión está agitada porque hay una reunión familiar, por eso todos se están esforzando en mantener el espacio totalmente limpio, justo del agrado del presidente.

Avanzan por el amplio pasillo con paredes de un verde oscuro, los candelabros iluminan preciosamente las pinturas doradas y demás adornos que se encuentran ubicados según el excéntrico gusto de la hermana de Mikey. Las puertas de madera de roble que están al final del pasillo dan a la enorme sala de reuniones, dos guardaespaldas están a cada lado de la puerta, con sus armas en mano, ellos son los que les abren las puertas justo después de haberlos saludado como es debido.

— ¡Mikey, deja de comer encima de los putos papeles! — Ken Ryuguji le arrebata la bolsa de papitas, obteniendo un ceño fruncido por parte del pelinegro.

— ¡No grites, me duele la puta cabeza! — se queja Hajime.

— Hogar, dulce hogar. — murmura Keisuke, yendo a sentarse al lado de Mitsuya.

— Draken, deja de quitarle la comida a Manjiro — Haruchiyo le arrebata la bolsa de papitas, entregándosela de nuevo a su novio —. Déjalo tranquilo.

— Lo consientes demasiado, Sanzu, ahora se comporta como un mocoso malcriado.

— Siempre ha sido un mocoso malcriado. — la hermana de Mikey, Emma, le roba una papita de la bolsa.

— Oh, Baji, ¿Qué tal estuvo París? — pregunta Mikey, y de repente toda la mesa se enfoca en él.

Keisuke pone sus manos detrás de su cabeza, cierra los ojos y suspira.

— No aceptaron la tregua. — contesta monótono.

La expresión tranquila de todos desaparece en menos de un segundo, ya nadie está sonriendo o durmiendo —en el caso de otros—, toda la atención sigue en Keisuke, quien se mantiene callado sin abrir los ojos. Escucha la puerta abrirse, así que asume que los hermanos Shiba finalmente han aparecido.

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