Paraiso | Suspenso

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Sentada frente al mar, despreocupada, concentrada sólo en su sonido mezclado con el del viento.
Una angustiante soledad, una anhelada paz.
Una calma desenfrenada, donde todo y a la vez nada podía suceder.

Era el paraíso de cualquier persona, en especial el mío.
la arena, las piedras.
Todo se confabulaba de tal forma que generaba perfección, a mi entender al menos.
Tranquilidad pura.

Así me sentía en ese momento.

Extraño era, estaba sola, ninguna otra alma se veía.
Solo el paisaje y yo.
¿Era yo?
Me sentía yo, pero algo raro sucedía.

El mar estaba muy calmo, el viento ni lo sentía, la arena no se movía, las piedras no me dolían.

Nada sentía.
La calma se disipó de un momento a otro. Ya no había paz en ese lugar especial y el mar fue el primero en demostrarlo, las nubes llegaron, el viento empeoró.
La desesperación llegó.
Con mi respiración agitada intenté pedir ayuda.
Pero era extraño, estaba sola, ninguna otra alma se veía.


Ayuda.
La marea subía, el viento corría, la tormenta caía.

De pronto, volvió la Paz, y tranquila nuevamente me encontraba.

(...)

-¿Qué le ha sucedido? ¿Por qué gritaba?
-Tranquilo señor, su hija se encuentra bien, eso solo fue un episodio, pero ya lo hemos controlado.
-¿Es normal que le suceda? No quiero que sufra.
-Sí, cuando pasa el efecto del medicamento es común que ocurra, y no debe preocuparse, mientras la inyectemos no sufrirá. Ahora necesito que se retire, la hora de visita ha acabado.







FIN

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