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¿Dijo pero? ¿Entonces hay una manera de salvarlo?
— Pero puede que haya una pequeña posibilidad... — Mencionó Shinobu aún con la mirada triste, podría haber una pequeña posibilidad de que se salvara el bebé, pero esto no asegura que Akaza viva.
— ¿Cuál es? — Preguntó Akaza con un brillo en sus ojos, él haría lo que fuese para poder salvar a su hijo y Shinobu sabía eso, por eso no quería decirle.
— En uno de los mejores casos, Akaza. Uno de los dos tendría que morir, eres tú o el bebé. La única forma que tendría para que viviera sería volverte humano de vuelta —
El silencio acompañaba las palabras de Shinobu; los dos en el mismo compás.
— Lo siento mucho... — Y así se retiró de la habitación dejando sola a la pareja de demonios. El tiempo no espera a nadie, tendrán que actuar rápido.
Akaza abrazó a Muzan con unas pequeñas lágrimas conteniendo su enojo, ninguno sabía que hacer para poder dalvar a su hijo. Tal vez debería pedirle ayuda a Tamayo, o rogar a los dioses para que ocurra un milagro.
La mejor opción que tenía Muzan era pedirle ayuda a Tamayo; una demonio que desde hace tiempo había estado buscando una cura para volver a los demonios en humanos, aunque ella seguramente se negaría tan pronto cómo él se lo pidiera.
Tan rápido cómo pudo, llegó en busca de Tamayo que de por casualidad se encontraba junto con Yushiro preparando medicamentos. Muzan le rogaba a Tamayo que le dijera si había una cura para volver demonios de vuelta en humanos, Tamayo no esperaba tal acción, lo que menos esperaba era que Muzan estuviera ahí. Tenerlo frente a ella le traía malos recuerdos, era obvio que se negaría, pero la curiosidad por saber el por qué Muzan pedía eso, y hasta que se disculpara con ella, aunque no de la mejor manera pero lo hizo.
—¿Por qué tendría que ayudarte? —Preguntó Tamayo mientras arqueaba una ceja.
Era verdad, no tenía ningún sentido pedirle ayuda a alguien que convertiste en demonio en contra de su voluntad y mataste a su familia. Muzan entendió, Tamayo no lo iba a ayudar así que se dirigió hacía la puerta de la finca para marcharse con las esperanzas cada vez más bajas. Su última oportunidad era Tamayo, era la única que sabía cómo hacer una medicina así, no tenía más opción, debía buscar una cira en otra parte. Ni siquiera tuvo tiempo de explicarle la situación.
El odio de Tamayo hacia Muzan era incomparable, ella quería vengar a su familia a toda costa, detestaba hasta la más mínima célula de su cuerpo. Estaba siendo muy dócil al no mandarlo a sacar de ahí de inmediato, no podía creer que el patrón había aceptado que Muzan esté en el mismo lugar que los cazadores, ¿Dónde quedó el odio hacía los demonios? Ellos eran lunas y él era el rey, habían matado a muchas personas inocentes, no tenía lógica ayudarlos.
