Xiao Zhan, un joven de 21 años, recibe un regalo como ningún otro: la historia de su pasado y la reencarnación de su alma gemela. Sin embargo, mas que llevar un legado de generaciones, su vida da un giro de 360 grados cuando, por un deseo del corazó...
La brisa calida rodeaba con elegancia aquel cuerpo acostado sobre la pomposa hierba, durmiendo plácidamente, rodeado no solo de la mata verde sino también por bolitas blancas saltarinas.
Suspiro entre sus sueños, sonrió al divertido contacto con la pelusa blanca.
Abrió sus ojos encontrando al roedor blanco frotando su fría nariz contra la suya. Su sonrisa se ancho divertido, pasando a la ternura.
Se incorporo y se sentó con la espalda recta, estiro la mitad de su cuerpo con pereza. - Fue un gran sueño. - Bostezo.
Tomo un conejito entre sus brazos y lo puso en su regazo. Acaricio sus orejitas, su pequeña nariz, su suave lomo y sus patitas delicadas.
Hacia mucho tiempo no disfrutaba de un pequeño animalito como ese. No recordaba la ultima vez que su corazon y su mente se sentian tan plenos, tan saciados, en paz. Lo suficientemente satisfechos como para tener una sonrisa enorme con un pequeño momento a solas.
La bolita de pelos corrio estresado de las manos calidas de su dueño. Xiao Zhan lo dejo ir, solo para intentar tomar otro.
Al moverse con rapidez, las hebras largas chocaron contra su mejilla. Se sorprendio por un momento, su cabello era largo, jamas penso hacerlo crecer hasta su cintura. Su rostro se torno confuso al ver su vestimenta. Parecia un vestido largo funebre, subio un poco la tunica para darse cuenta que llevaba un pantalon ligero dentro y unas botas oscuras.
-¿Que es esto? - Se toco a si mismo, su rostro, su cabello; todo aquel detalle que lo hacia lucir diferente a lo que recordaba antes de desmayarse. - ¿Como llegue aqui?
Pronto se reincorporo por completo, admirando solo por un segundo su cuerpo. La llamativa colina y su vegetación llamo su atencion.
Veiamontañas verdosas a lo lejos, árboles grandes y enormes rocas. Intento esta vez buscar con la mirada a alguien más, tal vez preguntar por indicaciones porque desconocía un lugar tan hermoso y acogedor.
Su mente se sentía perdida pero su cuerpo reconocía cada caricia del viento y el sol. No tenía miedo, tampoco la necesidad de escapar. Solo deseaba encontrar una cara conocida.
A lo lejos pudo divisar a alguien finalmente. Las tunicas blanquecinas ondeban hacia un lado junto con una cinta de igual color.
Su corazón latio desembocado, emocionado y aliviado de encontrarlo. Sin embargo, su mente se preguntaba por tal reacción. ¿Por qué estoy sonriendo? ¿Por qué estoy tan feliz? ¿Quien es el?
Sus pies se movieron solos, pronto su caminar se volvió una carrera por llegar con prontitud al hombre que extendía sus brazos hacia él.
-¡Lan Zhan! - Sus labios se movieron solos.
Su cuerpo se abrazó fuertemente al otro. No hubo tiempo de mirarlo al rostro o tal vez algo no se lo permitía.
Lo último que pudo escuchar fue su nombre. - Wei Ying. - Esa voz grave sobrepasó sus barreras. Su abrazo rompió las dudas que tenía.
Lo único que tenía en mente y que para él era una verdad absoluta que este es el lugar que pertenecía.
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