Nunca será sencillo hablar del amor. Ni siquiera tratar de explicarlo. Y no importa la infinidad de definiciones que ronden por internet, o los cientos de diccionarios que claman tener el significado correcto. Porque no lo hay.
No se puede clasificar, contar o estudiar algo de esta magnitud.
Pero podemos notarlo.
(Cómo lo que existía entre tú y yo)
En el contacto de tu piel con la mía.
En la electricidad que me hacías sentir cada vez que te acercabas para susurrarme un "te amo" al oído. O en el cosquilleo cada vez que recuerdo aquel beso.
Un beso. Solo eso bastó para dejar una cicatriz que no se ve a simple vista, pero que se sigue sintiendo, incluso después de tantas noches donde las estrellas aún dibujaban tu nombre en el cielo.
Y todo esto, para conjugarlo y aceptar mi forma tan peculiar de amar(te) y abrazar todos mis defectos (cómo cuando decías que era perfecto, aún con ellos).
Tomar mi corazón y hacerlo tuyo. Convertirte en mi poema de todos los días y llenar ese espacio que quedaba, entre la luna y yo.
Compartir canciones que no cobraron sentido hasta tener a alguien a quien dedicarlas (aún estas fueran de desamor). Y con quien cantarlas hasta desentonar un poco.
Hasta que esa taza de café se convirtiera en 2.
Y nuestros dos corazones en uno solo.
De eso habla este libro.
De un corazón que se rompió, pero que con el tiempo aprendió a curarse solo.
- V.