Parte única

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Una copa.

Una copa era suficiente para tenerlo restregándose sobre mi pecho de forma tan descarada sin importar que estuviéramos a plena vista de una multitud extraña.

Deslizo mi zurda acariciando su rostro pequeño y afilado; sé que le gusta porque sus mejillas se tornan en un intenso carmesí y en ningún momento aparta esos grandes orbes celestes de mí. Si acaso, se pasean traviesos a mis labios, se relame los suyos y observa mi pecho que se distingue por mi camisa roja en corte cuello v.

Al rubio barman le brillan esos perfectos ojos delineados. Sin decir nada nos observa descarado sobre la isla mientras que sostiene su mentón con la mano. Tras un suspiro y una negación divertida deposita las llaves sobre mi palma. Por supuesto que el barman también disfrutaba del espectáculo de insinuaciones del pequeño contra mí.

— Me divierte servirle a Kurokocchi y que se comporte así contigo. — Confiesa, pero eso ya lo sabía.

— No eres el único que se divierte. Yo me llevo la mejor parte. — Murmuro, relamiendo mis labios sin perder la vista de la piel pálida de su cuello que queda expuesta.

El bajito entrelaza su mano con la mía y nos guía hasta la pista de baile a paso apresurado, que en extremo está llena de gente frotándose contra su acompañante sin ninguna pizca de vergüenza.
En silencio acepté y seguí hasta ahí aún si eso significaba dejar a mi amigo con la palabra en la boca aunque no pareció percatarse de que interrumpió la charla.

Solo puedo reír al escucharlo balbucear que esa era una de sus canciones favoritas. Tetsu estaba radiante, eufórico. Se había salido de control con apenas la mínima sustancia de alcohol en su cuerpo.

— Me siento tan caliente y tan bien, Aomine-san. — ¿San? Eso en definitiva era algo nuevo.

No le preocupa ser atrapado. El chico tiene la extraña habilidad de pasar desapercibido entre toda esa gente a pesar del suave color de sus cabellos y su piel semejante a la porcelana. Su belleza no era apta para cualquier simple ojo humano.

Reafirmo que él me pertenece colocando la mano sobre su cintura, meneo las caderas al compás del ritmo lento pero con un toque sensual de dicha canción. Le dejo sentir parte de mi cuerpo y viceversa.

Cerca suyo un aroma a vainilla me hace gruñir y me acerco más para plantar mordidas suaves o bruscas que trazan la línea curva de su cuello.

Joder, es tan pequeño y delgado. Como si cualquier toque brusco pudiera romperlo.

— A-Aomine-san... — No es un quejido, sus manos aferrándose desesperados a mis hombros solo me indican cuán desesperado está por más contacto físico.

— ¿Qué? ¿Quieres que te lo haga frente a todos? — Pregunto divertido.

Si me alejo es únicamente con la intención de observar su rostro enrojecido del calor que sentía, y no precisamente era por el escaso aire entre las personas bailando. Era la calentura de su cuerpo rogando por el mío. La poca vergüenza que le quedaba saliendo justo a flote.

Rodea mi cuello con su diestra, cuando me atrae con una increíble fuerza hasta su altura me toma por sorpresa. Él es el primero en estampar sus fríos labios con los míos.
Llevo el ritmo del beso húmedo, para nada lento y delicado. Es agresivo y necesitado en su totalidad. Muerdo su labio inferior buscando que el peli-celeste permitiera el acceso de mi lengua a su cavidad y cuando lo permite enseguida iniciamos una guerrera entre nuestras lenguas para ver quién recorría primero el sabor del otro. Entreví la dilatación en sus pupilas, sus ojos apenas cristalizados gritaban por más.

Mi agarre se tornó todavía más fuerte en su cintura que mis dedos podrían dejar marcas. Revolví sus cabellos con la otra mano y lamí esos bonitos labios rosa llevándome su aliento agitado conmigo.

Call me TetsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora