Ya era tarde, más de las dos de la madrugada, y vaya que me hacías falta. Tanto me había dolido nuestra ruptura, si es que se le podía llamar así. Te habías marchado dejando mi órgano vital destrozado en fragmentos que se habían perdido en mi interior y no sabía cómo remediar aquel dolor que ninguna medicina lograba calmar.
Mi garganta dolía y mis ojos picaban por el deseo de llorar. La soledad me estaba matando de a poco y las lágrimas ya querían salir, pero tanto era el frío que llegaba a doler que el agua se comenzara a acumular en la superficie de mis ojos.
Froté con rapidez secando las pequeñas gotas que nunca lograron su destino de brotar.
Te quería olvidar, ya no quería recordar los momentos felices, solo lograba ponerme más mal, quería olvidarme de ti de una buena vez. Te habías marchado ya, y aun así tu recuerdo permanecía latente. Si tan solo al marcharte te hubieras llevado todo contigo, no habría pensado que la gélida brisa susurraba tu nombre sin parar.
Apreté los puños con desesperación, mi corazón dolía, dolía demasiado. ¿Dónde estabas? ¿Por qué no regresabas a mí? Me hacías daño... Pero cuanta falta me hacías.
No podía creer que lo que pasó entre nosotros durara tan poco pero me dejara secuelas que no podía remediar.
Me habías dicho que eras diferente a las otras chicas, que no buscabas un romance o un hombre leal, que enamorarte no estabas en tus planes y que serías libre por siempre. Y te creí, pero entonces llegaste a casa del brazo de mi hermano y me di cuenta que habías mentido todo el tiempo.
¿Te lo podía sacar en cara? Claro que no. Los dos nos habíamos mentido de forma descarada esa noche a un lado de copas y tragos.
Y como no. Me sentía como el ser más despreciable, pero tú tampoco eras la mejor. Te había dicho que tenía veinte cuando tenía diecisiete, y tú me habías dicho que tenías veintidós cuando tenías veintiséis.
Lo muestro no estaba hecho para darse, y aun así me perdí en ti esa noche que fuimos a una habitación de hotel luego de hablar por un rato.
Fui muy iluso al creer que podría con ese mundo de adultos... Al creer que podría tener la voluntad para no verme hechizado por tus encantos de bella mujer. Y di todo de mí para estar a tu altura, pero luego supe que tan solo había hecho el ridículo fingiendo ser algo diferente a mí.
¿Te habías dado cuenta? Estoy seguro que sí.
La forma en que te veía, como reaccionaba, como te trataba... Estaba claro que había caído derechito en las redes de un amor que solo podría generar destrucción. Y mientras duró me aferré a ti como si fueras un salvavidas.
Pero me ahogué.
Fui tan profundo que no pude conseguir el oxígeno que tanto necesitaba.
Te veías tan feliz con él. Tus ojos lo observaban como yo te observaba a ti, y me advertise que no dijera nada, que hiciera como que no te conocía, ¿pero cómo hacerlo si cada célula de mi cuerpo proclamaba al tuyo de una forma que nunca antes me había pasado?
Estaba furioso.
Destrozado.
Lleno de rencor por ver que a tu lado no estaba yo.
Y quedaste embarazada. Todo fue muy rápido. Contigo todo era rápido. Y entendí que ya no podía hacer nada. No estabas a mi alcance. Nunca lo estuviste.
Por mucho que me hice el desinteresado, dolió como mil demonios. Estaba tan acorralado entre mis pensamientos. ¿Por qué verte feliz me tenía que doler? ¿Por qué no podía madurar de una vez?
Tan solo quería... arrancar mis sentimientos por ti desde la raíz. Sacarte de mi mente para ya no sentirme atormentado.
Y entonces, cuando pensé que lo lograría, lo vi. Vi a ese niño pequeño entre tus brazos y me vi a mí mismo. Tú también lo viste, claro que sí. Y te encaré. Sabía que no era el momento, que podía aguantar un poco más, pero me dejé llevar por un arrebato de emociones.
Al principio lo negaste. Me llamaste loco, que me había quedado atrapado en el pasado, pero luego gruesas lágrimas cayeron por tus mejillas y me contaste la verdad. Que era un maldito crío ignorante, que no conocía nada del mundo y, que aún sabiendo eso, te habías enamorado de mí.
Un tonto que no sabía nada había logrado robar tu corazón que nunca habías pensado dar.
Y lloré, vaya que lo hice. Imaginé un millón de posibilidades, futuros felices junto a ti. Pero me pusiste los pies en tierra antes de que pudiera continuar. Y me hiciste caer en una realidad que de una vez se derrumbó frente a mí.
¿Qué podía darles a ti y a ese niño? ¿La figura de un hombre? ¿Seguridad? ¿Estabilidad?
Era un maldito desastre que ni siquiera se podía cuidar de sí mismo. Y, por otro lado, estaban las personas a las que dañaríamos, especialmente a mi hermano que era capaz de dar la vida por cualquiera de nosotros.
Y me sentí tan culpable. Era un traicionero de primera. Ni siquiera traicionar a mi propia sangre pareció algo malo en ese momento. Pero me quise hacer responsable. No dejarle a alguien más una tarea que no le pertenecía.
E insistí hasta al cansancio.
Pero solo con él estabas mejor. Y no llorabas ni te arrepentías ni rogabas regresar al pasado para que nada de lo que pasó hubiese ocurrido.
Entonces supe que esta historia que se suponía que sería de amor, al final solo fue una historia de un pobre corazón roto.
De mi pobre corazón roto.
Por eso, aunque intentara ser fuerte, algo en mí ya había quedado irreparable de por vida.
Así que cuando me di cuenta, sin importar el frío, lágrimas que parecían interminables se comenzaron a deslizar por mis mejillas. Nuevamente sería otra madrugada llorando por todas esas mentiras que lograban romperme más.
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❥Broken heart ⁀⋱‿ ♡▕Jυɲʛƙơơƙ▏⊰ ͒
Fanfic"Entonces supe que esta historia que se suponía que sería de amor, al final solo fue una historia de un pobre corazón roto. De mi pobre corazón roto". •One-shot de 1000 palabras. •Publicación: 10 de mayo del 2022. •Temas delicados. •Basado en una mi...