¡Estoy muy emocionada! ¿Eh? ¿Que por qué? ¡Muy fácil! Hoy es mi primer día recibiendo directamente un pedido de los gordos. ¡JAja! Me refiero a que seguramente será grande, de algún empresario o famoso rico que celebre una fiesta o evento importante y, por último y más importa, ¡¡proporcionará fama a "Fuegos Artificiales Naganohara"!! En efecto, todo maravilloso. Y a juzgar por la ilusión de mi padre, va a ser de los gordos gordísimos.
La emocionada rubia iba dando pequeños saltos acompañando su caminar. Con un traje de chaqueta bastante formal y una radiante sonrisa que sería correspondida por cualquiera que la viera, abrió la puerta del despacho en el que se supone que debería de estar su cliente esperándola.
— ¡Lamento mucho la espera! Yo soy la hija del Señor Naganohara, el hombre al que contactó, llámeme Yoimiya. Todo un placer — lo había dicho todo con una rapidez difícil de comprender, pero con la suficiente confianza como para dar una muy buena impresión.
Al abrir los ojos, (los cuales había mantenido cerrados para no asustarse) se dió cuenta de que su cliente, era una mujer de baja estatura, la cual cubría la mitad inferior de su rostro con un abanico azulado.
No puede ser cierto...
La elegante figura extendió su mano libre, cubierta por un fino guante negro, esperando a que la joven Naganohara la tomara en un suave apretón. En vez de hacer eso, tomó la mano con delicadeza, la giró de la misma forma, y dejó un tierno beso sobre el guante de la clienta.
— Un placer verla de nuevo, Srta. Kamisato
Una leve risa sonó tras ese abanico que ocultaba tanta belleza... Soltó la mano con lentitud, como si no quisiera hacerlo, puesto que realmente no quería. Tampoco es como si creyera en lo que veían sus ojos. ¿Realmente Ayaka esta a ahí? Después de tanto tiempo, casi tenía asimilado que no la volvería a ver, que nunca podría confesarle que la quería muchísimo, probablemente más que a nadie en este mundo. Que su simple existencia la hacía feliz y, por supuesto, que la había echado muchísimo de menos. En realidad, fue lo único que le dejó un vacío cuando tuvo que transladarse lejos de la Ciudad Eterna de Inazuma.
— No son necesarias tantas formalidades, llámame como siempre, por favor. — en un rápido movimiento, cerró el abanico, el cual tomó cual pieza delicada y costosa su guardaespaldas, que para sorpresa de la rubia, no era su viejo amigo Thoma, sino un desconocido bastante fornido.
— Jaja, como prefieras, Ayaka...
No ha cambiado nada, eh? Sigue igual de preciosa, o tal vez incluso más. Ay, no me estaré sonrojando, ¿no? Qué vergüenza-
— ... No tenía ni idea de que era para ti el pedido, mi padre no me dijo nada.
— Bueno, fue mi hermano quién llamó, pero como supongo que puedes imaginar, yo me encargaré de elegir los diseños que tengas preparados.
Ambas se sonreían mutuamente, la gran sonrisa de Naganohara casi opacaba a la pequeña y delicada de la Kamisato. Se notaba de lejos que ambas se habían extrañado mucho la una a la otra.
— ¿Q-quieres que traiga un poco de té?
La mirada grisácea de la contraria indicaba una afirmación, pero segundos después, pareció recordar algo — Lo lamento infinitamente, pero no podrá ser. Si es posible, me gustaría que terminara cuanto antes, desgraciadamente tengo un poco de prisa.
Sabía de sobra que no era una excusa, sino que era cierto, conocía a su, antaño mejor amiga, como las recetas de los fuegos artificiales que con tanta ilusión fabricaba desde que tuvo la edad y capacidad suficiente.
— Oh — no podía evitar un tono más bajo y tristón, sabía que no tendría ninguna oportunidad cercana para hablar o incluso ver en persona a la joven Kamisato — perdón, vamos al grano.
Se sentaron en a la mesa baja que había en la sala. Cubrieron el mueble de folletos y hojas recién pintadas con esbozos de figuras que acababa de inventar la rubia, deseando desde lo más profundo de su ser que todas le parecieran bien a su clienta. Y aunque así fuera, la de cabellos celestes confesaba que ninguno de los conjuntos la terminaba por convencer. "Tienen que ser inolvidables, confío en ti, hermanita". Si, tenían que ser perfectos, no de podía conformar con algo "bonito" o "bueno".
— Hmmm, no.
Yoimiya ya se estaba preocupando, sólo le quedaba un as bajo la manga, y temía que no le saliera bien la jugada. Pero, de todas formas, quien no arriesga no gana, ¿no? — Hace tiempo diseñé una serie de fuegos artificiales que tal vez sirva, sólo habría que añadirle en emblema de la Comisión Yashiro y el de Inazuma. ¿Te parece si te lo muestro?
— Faltaría más, adelante. — la mirada curiosa de la chica la hizo sonreír, con sus mejillas tiñéndose de un color ruborizo. De una de sus carpetas, sacó un forro el cual contenía varios folios con las indicaciones del conjunto de fuegos y las formas que tendrían una vez alcanzaran el cielo oscuro de la noche. Los mostró uno por uno a su antigua amiga.
Y ganó. Esa secuencia de fuegos artificiales cuadraba a la perfección con el concepto de "inolvidable" desde la perspectiva del Clan Kamisato.
Habiendo acordado la cantidad, precio, método de pago e incluso la forma en la que se instalarían y el lugar, la joven mujer se podía ir ya, siempre acompañada de su guardaespaldas, el cual no dijo ni palabra en ningún momento, si no fuera por su imponente figura, pasaría desapercibido.
— Ha sido un placer volver a verte, Yoimiya — ya volvía a tener el abanico en mano, apunto de abrirlo para salir a la calle. Aunque de todas formas no caminaría mucho antes de que la limusina la recogiera, de hecho ya estaba esperándola en la puerta.
— Lo mismo digo, Ayaka — tenía unas ganas infinitas de abrazarla, y despedirse de ella de esa manera, como acostumbraban a hacer de pequeñas, pensando que si no se separaban, sus padres no podrían llevárselas cada una a su casa para cenar y dormir. Por supuesto, eso no ocurría, de la misma forma que la joven Naganohara nunca le dió ese eterno abrazo a Ayaka. Aunque aún tenía una idea, la cual no sería tan descarada ni incómoda, según Yoimiya: darle su número de teléfono. Incluso tenía una de esas tarjetas con su nombre, número, y dirección de la empresa en el bolsillo, pero simplemente sus músculos no reaccionaban, era incapaz de hacer algo tan sencillo como eso.
Y se estaba alejando, las puertas automáticas ya estaban abiertas y la Princesa Garza se iba con la misma gracia y elegancia que la acompañaba siempre. Sin embargo, se detuvo en seco, justo antes de cruzar las limpias e impolutas puertas de cristal. Se giró, y con el abanico cubriendo de nuevo la mitad de su rostro, y también ocultando el rubor que recorría sus mejillas, pidió tímidamente — ¿Te gustaría, venir a La Casa de Té Komore conmigo? El jueves a las cuatro de la tarde. Sino puedes no importa, haz lo que desees. — y dicho esto, desapareció dentro de los cristales negros que mantenían en privacidad el interior del vehículo.
¿He oído bien? ¿Ayaka me ha invitado a tomar el té con ella? ¿NOSOTRAS DOS? ¿A SOLAS? wA, voy a llorar, de felicidad claro, o mejor, voy a saltar de la alegría. No, Yoimiya, contrólate, ya eres adults y tienes una reputación que mantener.
Al final, ahogó un pequeño gritito en su garganta, y zapateando un poco, volvió al trabajo de la misma forma que lo había empezado: con el corazón a mil, latiendo felizmente.
Créditos portada: @xyikko en Twitter.
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🎉 «Pedido de fuegos artificiales» ¡! [Ayamiya]
FanfictionUna pequeña historia de varios capítulos en la que veremos cómo Yoimiya y Ayaka se vuelven a encontrar después de años, ambas dispuestas a comprender y confesar sus sentimientos mutuos. 🌌 ♡︎ . 💫...