Something About Us

Severus supo lo jodido que estaba desde el momento que ya no fue capaz de mentirse a sí mismo, quiso con todas sus fuerzas aferrarse al recuerdo de su odio a James Potter, se dijo a sí mismo que la mera existencia de ese mocoso era prueba del triunfo de aquella escoria sobre él pero eso ya no era suficiente, ya nada era lo mismo desde aquellas clases de oclumancia. Se había enamorado del mocoso de ojos esmeralda...

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Siente como su estómago se revuelve cuando ve a todas esas niñas estúpidas revoloteando alrededor de Harry, sí, Harry, porque llamarle Potter en sus pensamientos se siente erróneo.

-¿Todo bien Severus?- cuestiona la profesora McGonagall al notarle más hosco que de costumbre.

-Todo en orden, Minerva- susurra volviendo a su almuerzo y la mujer se da cuenta que definitivamente nada está en orden

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Harry talla calderos casi con violencia, evidentemente está furioso con el castigo que le asignó y él simplemente observa por el rabillo del ojo mientras califica ensayos de la clase de DCAO a la que por fin logró llegar después de tantos años de aspirar a ella.

-Quiero silencio- dice apenas alzando la voz lo suficiente cuando escucha al menor balbucear odiosas maldiciones en su contra

-Sí señor- contesta el moreno irónicamente antes de continuar su labor

Severus reprime la mueca de molestia que amenaza con surcar su rostro y se vuelve a decir internamente que no puede permitir que aquella conexión latente entre ellos se fortalezca, no puede haber nada entre ellos además del odio por mucho que eso le duela.

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Se encontraban en los lindes del bosque oscuro, la casa de Hagrid se encuentra en llamas y los mortifagos huyen mientras todo Hogwarts se congrega al pie de la Torre de Astronomía donde Albus Dumbledore yace sin vida, todos menos Harry Potter quien grita y llora llamándole cobarde y hechizo tras hechizo intenta detenerle hasta que el pelinegro lo derriba.

-¿Te atreves a usar mis hechizos contra mí? ¡Yo los invité! ¡Yo soy el Príncipe Mestizo! Y tú pretendes atacarme con mis inventos como tu asqueroso padre ¿eh? ¡No lo permitiré! ¡No!- grita el pocionista utilizando la rabia para mantenerse lúcido

Porque cuando Harry le alcanzó pudo apreciar el dolor y decepción en su mirada, le tomó apenas unos segundos entender que el joven tenía el corazón roto y no era porque su mentor estuviera muerto sino porque el hechizo asesino provino de su varita. Sus esfuerzos no sirvieron de nada, la conexión se hizo y el joven esmeralda también tenía sentimientos por él.

Harry intentó levantarse y recuperar la varita pero el mayor es más rápido, necesita mantener a salvo al estúpido muchacho, así que la varita termina perdiéndose en la penumbra.

-Entonces mátame- pide Harry resoplando, su voz quebrándose mostrando ira y desprecio- Termina de matarme como lo hiciste con él, cobarde...

-¡No me llames cobarde!- siseó el pelinegro y el dolor se apoderó de su ser, su mano cobró vida propia y lanzó el hechizo antes de siquiera pensarlo realmente, no reaccionó hasta que vio el rostro herido del Gryffindor que cayó nuevamente de espaldas.

El espía deseaba morir en ese instante, todo el silencioso sufrimiento fue en vano, se había dicho que valía la pena ser odiado por Harry si eso le mantenía a salvo pero ahora era él quien lo estaba lastimando.

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La casa de los gritos, Severus Snape en el suelo desangrándose lentamente mientras siente un par de manos tocarle torpemente en busca de auxiliarle, el mayor abre los ojos y observa al lloroso Harry Potter que llama desesperado a su mejor amiga para que haga algo.

-Har... H-harry...- logra susurrar tomando sus manos y ante eso el menor se rompe, solloza con fuerza mientras la lágrimas bañan su rostro- Tómalas, tómalas...

Las lágrimas brotaron de sus ojos como hace años no se lo permitía, dejo salir todo, dolor, pena, rabia y sobre todo amor. Esto era lo último que podía hacer por el moreno y casi sintió alivio cuando Granger convocó un vial de vidrio almacenando en el sus memorias.

-Por favor...- susurró ojiverde sin saber exactamente qué era lo que estaba pidiendo mientras su mano izquierda intentaba contener la hemorragia y pegaba su frente al pecho del mayor en un gesto frustrado

-Mira... m-mírame...- pidió aferrando las túnicas del menor.

Severus se perdió en los brillantes orbes verdes de los que se había enamorado, por primera vez en años sin barreras mentales de por medio sus ojos reflejaban su sentir, tenía miedo, no quería irse sin saber que el moreno por fin estaba a salvo pero no podía hacer nada al respecto, debía confiar en él y lo único que podía hacer era ofrecerle una tenue sonrisa con la que intentaba consolarle. Esmeralda y obsidiana se miraban con temor a desconectarse y un segundo más tarde en las profundidades de los ojos de Snape algo se extinguió perdiéndose la chispa en ellos, entonces la mano que sujetaba a Harry cayó inerte mientras Granger y Weasley tan sólo podían observar a su amigo soltar el lamento más doloroso que jamás habían escuchado.

FIN