μοναδικός

968 89 18
                                    

La Antigua Grecia era conocida por ser una sociedad muy esclavista e injusta para los ojos de los otros pueblos que fueron sometidos, en especial, hacia la ciudad poderosa de Atenas.

Atenas se encontraba en su máximo esplendor en aquella época, el denominado Siglo de Pericles.

Los ciudadanos vivían muy de acuerdo a cómo se regía la sociedad, codeándose en las élites y demostrando su poderío con sus conocimientos, posesiones y esclavos.

Vachirawit era, probablemente, uno de los más conocidos por toda la población griega de la época, pues llegaban jóvenes de distintas ciudades para quedar bajo su yugo y adquirir la filosofía que profesaba el rico erudito.

No había mujer y hombre ateniense que no quisiera tenerlo de marido: los rumores corrían como el polvo, se decía que era perfecto en todos los sentidos.

Hallaban la elocuencia, virilidad y astucia muy atractiva, dejando de lado sus rasgos finos que se decían estaban tallados por las mismas manos de los dioses.

Encontraban afortunados a los pupilos que aceptaba para poder convertirlos en hombres admirables y totalmente correctos; aunque entre ellos también se celaban, sobre todo, a Metawin.

No había lugar o momento donde no se encontrara al lado de su maestro, siempre impasible, atento y muy afortunado.

Los rumores se escurrían de las paredes de los grandes aposentos: decían que la predilección de Vachirawit por aquel jovencito sobrepasaba lo ético y profesional.

Muy poco le importaba lo que digan de él. Después de todo, era el único que conocía muy bien al maestro, él que sabía su más profundos conocimientos y deseos.

 Después de todo, era el único que conocía muy bien al maestro, él que sabía su más profundos conocimientos y deseos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El debate que se llevaba en el lugar era muy efusivo. Cada hombre ateniense explicaba sus ideas, tratando de imponerlas e influenciarlas en el resto del concejo, siempre queriendo el mayor beneficio para ellos.

Las manos que se encontraban sobre su regazo habían empezado a sudar varios minutos atrás, los latidos de su corazón resonaban dentro de su cabeza, tratando de no morder su labio inferior, sabiendo que Bright siempre estaba atento a cada movimiento suyo.

Y sabía las consecuencias de atrapar su belfo entre sus dientes.

Le encantaba, pero no era momento, mas aún sabiendo que la tensión en la sala ya hacía efecto en su maestro, quien había estado sospechosamente callado durante toda la algarabía.

Eso era lo que le traía en estado de alerta.

Para todos aquellos canosos era sabido que él era el único que lograba apaciguar la exaltación del erudito, salvando en severas ocasiones la reputación del hombre.

Su espalda se irguió, viendo como por el rabillo del ojo lo miraba. Centró sus ojos en ellos, expresando lo que pensaba a través de estos.

Lo vio sonreír de lado, decodificando el mensaje en su expresión.

Hedonismo | BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora