CAPÍTULO 18

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El bullicioso sonido de los cuatro hermanos de Ren resonaba por la pequeña casa de los Choi que Donghae amaba: acogedora, un poco abarrotada, y llena de mucho caos. Era tan diferente a en la que él había crecido. Donghae estaba agradecido al ruido por ahogar sus propios pensamientos mientras ayudaba a lavar los platos de su banquete de Acción de Gracias.

—Querido, realmente no tienes que ayudar —dijo la madre de Ren de nuevo—. Mi hijo, quien es está extremadamente mimado, debería estar ayudando —gritó ella.

Ren entró bailando a la cocina, su hermana pequeña a su espalda.

—¿Me quieres distrayendo a los diabillos o limpiando?

La señora Choi sonrió y le dio palmaditas en las mejillas-

—Ambas querido, ambas. Clónate.

Donghae sonrió. Entre el ruidoso padre asiático de Ren y el descaro de Miami de su madre, la familia de Ren tenía un raro sentido del humor. Él amaba pasar las vacaciones con ellos, y ya que el padre de Ren trabajaba para DuPont, ellos estaban sólo a unas pocas horas del campus.

La señora Choi siempre los recibía con grandes abrazos, galletas recién horneadas, y sus bulliciosas opiniones. Ella iba por todo lo alto en las vacaciones, apoyándose en las tradiciones. Nada como la madre de Donghae, quien se había rehusado a hacer una gran cosa de las festividades.

Excepto por Acción de Gracias, ella había amado Acción de Gracias.

—¿Qué te tiene sonriendo? —le preguntó la madre de Ren. Él no había estado exactamente sonriendo mucho desde su llegada.

—Mi mamá —dejó escapar antes de que pudiera censurase.

—¿Oh? —dijo ella en un tono que lo incitaba a decir más.

Donghae se encogió de hombros despreocupadamente—. A ella le gustaban estas fiestas. Mi padre siempre insistió en comida coreana tradicional, pero en estas fiestas ella lo ignoraría e iría por los clásicos americanos —y ella siempre haría sus favoritos. En aquel entonces cuando era su único hijo, su orgullo y alegría.

—Quizá deberías llamar a tu madre —ella dijo gentilmente.

—No la escuches —gritó Ren desde la sala de estar donde estaba jugando con sus hermanos y su nuevo set de Lego—. ¡Ella es una entrometida!

—Soy una madre —contraatacó la señora Choi, colocando su mano en el hombro de Donghae—. Y tu madre te extraña. Sé que lo hace.

—¿Entonces por qué no ha llamado en cuatro años? —preguntó Donghae con franqueza.

—Miedo —ella se encogió de hombros—. Quizá ella no sabe cómo, quizá ella piensa que tú no quieres hablar con ella. ¿Los has llamado alguna vez?

Donghae sacudió su cabeza—. No —y él estaba orgulloso de ese hecho. No les debía nada, no después de la manera en que habían actuado. Diablos, él odiaba ponerse sentimental en las fiestas, ocasionalmente extrañarlos. Porque él necesitaba ser más fuerte que eso.

—Bien, cariño —dijo la señora Choi, pasándole a Donghae otro plato para secar—. Voy a darte mi consejo de todos modos. Tómalo o déjalo. Te ves como si alguien hubiera matado a tu cachorrito. Ren dijo que habías roto con alguien. Y lo siento. El chico es un idiota. Y, siendo completamente franca, también lo son tus padres. Pero si tienes alguna duda, llámalos.

—¿Por qué?

—Porque no quiero que te hagas preguntas. Y eso es lo que estás haciendo. Haciéndote preguntas sobre ellos. Son días festivos. Es normal. Así que, si necesitas un cierre, cariño, consíguelo. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

Kwoteobaeg -  EunHaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora