Generos: Ficcion histórica / Romance
Venecia, 1271
Apenas entraba luz esa mañana por la ventana del viejo taller, era un día gris y todo parecía más triste de lo habitual.
Paolo suspiró mientras terminaba de forjar una pala, otra más para el montón, una más de un largo pedido que no acababa nunca. Llevaba tantos días trabajando en aquellos utensilios que parecía que llevaba haciéndolos una eternidad.
El chico se quitó el sudor de la frente al escuchar que alguien había entrado al taller, probablemente a recoger algún pedido o a encargar más cosas.—Padre, ¿Puedes salir tú?
No halló respuesta, por lo que se limpió las sucias manos lo mejor que pudo en su viejo delantal y salió a atender al cliente.
Delante del mostrador de madera esperaba un joven mercader, quizás solo un par de años más mayor que Paolo.
El recién llegado iba bien vestido, con ropa de un color verde claro y tela de buena calidad. Parecía bastante elegante y era muy atractivo. A Paolo le fascinó enseguida.—Buenos días señor—dijo al fin— ¿Qué puedo ofrecerle?
Cerró los puños dudoso, ¿Qué primera impresión podría darle un sucio y desgarbado herrero a un mercader tan bien parecido?
—Dentro de pocos días voy a irme de viaje con un buen amigo, va a ser mucho tiempo y necesito varias cosas para que mi camino sea más fácil.
—¿Un viaje? Fascinante— exclamó Paolo muy sincero —. Yo nunca he salido de esta ciudad.Se lamentó en seguida de contar algo tan personal a un completo desconocido.
—Oh, no te lamentes. Venecia es una bella ciudad… Aún así, allí fuera hay todo un fascinante mundo.
El chico siguió con la mirada la mano del mercader, el cual gesticuló mientras describía los extensos valles, hermosos bosques, cálidas playas y enormes ciudades que había visto.
—¿Todo eso ha visitado, mi señor? ¡Fascinante!
—¿A ti todo te fascina?—Contestó el mercader divertido—. Pero no me llames señor, solo soy un mercader.
Hubo un pequeño silencio y el hombre volvió a hablar.
—He visto varios países, pero quiero ver mucho más. Por eso cuando mi amigo Marco Polo me habló del viaje que pretende hacer, no pude resistirme. Vamos a tierras desconocidas para mí. Por eso quiero llevar algún arma por si nos atacan. Ya me pasó una vez y aunque no soy partidario de luchar, no pienso dejar que me roben mi preciada mercancía.
Paolo asintió con la cabeza y dijo.
—Ahora mismo no tenemos espadas porque estamos con utensilios para la construcción, pero si no se marcha aún, en tres días puedo tener una espada para usted… Para ti.
—Perfecto, nos vamos la semana que viene, así que hay tiempo de sobra. Pasaré en tres días entonces.
—No te he dicho el precio aún —Dijo Paolo algo apurado al ver al mercader girarse para salir del taller. Solo quería alargar un poco más aquella agradable conversación y poder observar unos instantes más aquellos ojos azules como el mar que le habían encandilado.—El dinero no es problema mientras hagas un buen trabajo—Contestó girándose de nuevo.
El mercader observó cómo el herrero se sonrojaba, tanto que se veía incluso debajo de las manchas que llevaba en la cara.
—Me llamo Daniel, por cierto.
Alargó la mano y Paolo dudó al estrecharla.
—Tengo las manos sucias, lo lamento.
—No nos conocemos, y no soy quien para juzgarte, pero no eres inferior a mi o algo así, trabajas duro, eres amable y pareces muy responsable. No me importa tocar las manos manchadas de un trabajador honrado.
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Lluvia de relatos (Retos Asobo Awards)
RandomColección de cinco relatos cortos que nacieron para el concurso "Retos creativos" de Asobo Awards de @asobodare. -3°Puesto en "Retos creativos" de Asobo Awards.