Experimento #12

La presentación

De alguna manera, me despierto en una habitación totalmente blanca a excepción de una pared de color azul. Me siento mareada por lo que dejo de ver aquella pared e inmediatamente me siento en la cama, la cual tiene unas sábanas rojas. Intento levantarme pero me siento débil por lo que decido descansar observando el resto de la habitación. Cuenta con un armario blanco al frente de la cama, el cual posee un espejo de cuerpo completo en una de sus puertas y en la esquina izquierda del cuarto, se halla una mesa roja con una carta encima. ¿De quién será? Encuentro fuerza y me levanto apoyándome de las paredes y alcanzo hasta donde está la carta. Noto un sello de una persona liberando un águila, me apresuro en abrir la carta logrando que caiga una tarjeta, como las de crédito, sólo que esta es totalmente blanca con el mismo sello y con mi nombre y apellido: Julia Jones.

Srta. Jones

Es un honor poder comunicarme con usted. Disculpe los efectos de los sedantes pero estos irán desapareciendo en un máximo de cuatro horas.

Como es mi responsabilidad, también es mi deber informarle que se encuentra en un lugar confidencial. Le recordamos que usted accedió a todo lo que mencionaremos a continuación:

·         Cero comunicaciones con el mundo exterior.

·         Cero intentos de escape.

·         Cero cuestionamientos con las actividad que puedan ser planteadas

·         Grabaciones día y noche.

·         Cero charlas sobre oficios anteriores.

Le recordamos que usted es una pieza fundamental en nuestro trabajo junto a sus 18 compañeros. Le pedimos o, mejor dicho, rogamos que usted actúe normalmente mientras dure el experimento. Por el momento, le pedimos que salga de esta habitación y se dirija al salón principal, allí recibirá nuevas instrucciones.

Agradecemos su colaboración.

Jason Connor

Director de OCCACH.

Anexo: En este sobre, encontrará la tarjeta que le permitirá entrar y salir de su cuarto. Nadie, que no sea usted, debe tenerla.

¿Cuándo me hice parte de esto? ¿OCCACH? Me doy cuenta que ya no me siento mareada pero aún me siento un poco débil por lo que camino con cuidado hasta la puerta luego de tomar la tarjeta que me permitirá salir de mi cuarto. Antes de salir, me veo rápidamente en el espejo para confirmar que ande con una adecuada vestimenta: una blusa de tiras de color roja que deja ver mi tatuaje de unas aves volando en mi clavícula, un calentador azul y unos zapatos deportivos rojos; todo esto es acompañado con mi despeinado cabello negro, el cual trato de arreglar; mis marrones ojos, los cuales tienen ojeras; y de mi piel morena; por un momento no me reconozco. Lo último que recuerdo es que tenía el cabello café. Raro, supongo.

Sin más preámbulos, salgo de la habitación tras deslizar la tarjeta y guardarla en mi bolsillo, y me encuentro en un largo pasillo, el cual sigue hasta formar un completo cuadrado. Me acerco a una baranda y me doy cuenta que ando en el tercer piso de una casa completamente blanca. Me desplazo hasta llegar a las escaleras pero escucho algo y me viro rápidamente: ascensor, es el sonido de un ascensor. Mentalmente, me regaño pero aun así sigo con mi decisión de bajar por las escaleras hasta el salón principal. Mientras camino examino cuidadosamente todas las habitaciones, todas son iguales. Puertas blancas. Espero no olvidar mi cuarto, pienso.

Luego de un par de minutos me encuentro en el primer piso. Camino hasta que llego a una sala, por así decirlo pues contiene varios sofás de diferentes colores: rojo, verde, azul, morado y demás; llego a contar 7 sofás con suficiente espacio para tres personas por cada uno. Opto por sentarme en el sillón negro y espero. ¿Soy la primera? Al par de unos minutos, aparece un hombre rubio, alto, vestido con una sudadera azul y un calentador gris junto a unos zapatos deportivos azules; él opta por sentarse en un sillón azul que se encuentra algo lejos de mí. Trato de evitar hacer contacto hasta que él rompe el silencio.