"El hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría es una meditación no sobre la muerte, sino sobre la vida" - Baruch Spinoza.
Queridos lectores: Este relato narra las aflicciones de un adolescente con depresión. Abatimiento, tristeza, pena, tribulación, dolor, adolecer. La mayoría de las veces infravalorada, y puede ser que cuando lean esta narración, lo consideren incluso extremista. Pero la adolescencia no es una etapa apacible. Probablemente porque somos tratados como niños, esperando que actuemos como adultos. Tal vez porque salimos al mundo y descubrimos que la vida no es como la imaginábamos. Quizá porque nos aferramos a la libertad de la niñez, y nos aterra el sometimiento y esclavitud del mundo adulto. A lo mejor solo queríamos vivir, y no sobrevivir. Tal vez nuestras expectativas eran excesivas altas, y no supimos cómo llenarlas. A veces la presión ahoga, pero se supone que eso no nos debería pasar a nosotros. Solo tenemos que estudiar, aprobar, ser aceptado por la sociedad, por las instituciones, y comportarse dócil. Como un perro. Es un vacío enorme el que provoca, y es muy poco alentador saber que ese sentimiento prevalecerá en nuestros días. Porque queramos o no, la vida es agotada, violenta y cruel. Llamada hogar, aunque sabemos bien que no se siente como uno. Y estamos solos. En búsqueda de un hueso para saborear. Persiguiendo un sueño con la promesa de una vida feliz. Porque este espectáculo debe continuar. Y "no te rindas", "el viaje es tan importante como el destino", "ahora las condiciones no son óptimas, pero mañana va a ser un día mejor", "con esfuerzo y dedicación todo se puede"... y tantas otras frases de autoayuda. Completamente ficticias (porque ningún libro o frase motivacional te va a hacer feliz, millonario o exitoso. La gente que lo es, lo logra mediante la explotación laboral, corrupción y el apoyo del estado). Realmente nuestro periodo conlleva muchas preguntas, las cuales son muy difíciles de contestar cuando vivimos en un mundo tan superficial y caótico. En especial cuando todos nos acostumbramos, como si nada pasara. Nos acoplamos a la mugre. Supongo que es normal sentirse perdido. Entre las masas, entre estilos de vida, entre las ideologías, entre todo, entre nada, entre la vida, entre la muerte.
Con este pequeño cuento no planeo que normalicemos a los alicaídos. Es una invitación a cuestionarse la existencia humana. Busco ser realista. Escribiendo sin miedo a nada.
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La chica de la luna
Non-Fiction" No lo soporto más. No sé a dónde ir. No puedo escapar. Somos prisioneros de la perspectiva. Fuimos creados de vasijas rotas. Estamos rodeados, pero estamos solos. Lo que duele, siempre se esconde. Olas portentosas de maravilla se mimetizan junto a...