Sala de estar

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Suspiros,
llenan la solitaria habitación.
Soledad,
solo acompañados de curiosas miradas,
entregadas por apáticas muñecas
que desvían la vista, apenadas.

La emoción de estar solos y a la vez no estarlo.
El calor que entre nosotros va aumentando.
El placer que nos estamos propinando.
Caricias, besos, susurros.

Ojos que brillan en complicidad y deseo.
Mis dedos y tus manos, trabajando con esmero.
La densa niebla de la lujuria ciega nuestra mente.
Adicto a tus gemidos, un demente.

Suspiros robados, tensión creciente.
Olores y sonidos, mezclándose en el ambiente.
El roce de tu mano, sobre mi parte más sentiente.
Caricias que propino, buscando corromperte.

Las sensaciones estallan.
Electricidad recorre nuestros cuerpos,
cuál bala un campo de batalla.
El grito crece en tu garganta,
me suplicas: "¡Para!"
Mi mano danza, entusiasta
y tú la separas.

Tus manos me recorren.
Mis pensamientos se apagan.
Y el gruñido en mi garganta,
no me deja avisarte: "¡Para!"

Antes de darme cuenta,
mi carga está liberada.
Y en la sala solo escuchas,
nuestras respiraciones mezcladas.

Mi espalda se estremece
ante la caricia inesperada.
Que tú cálida lengua ofrece
y mi mano descansa, agotada.

Pasos resuenan a lo lejos, trayendo un destello de cordura
Nuestros sentidos nos alertan:
"¡No están solos! ¿Recuerdan?"
Antes de poder ser descubiertos,
recobramos nuestra compostura.
Ropa arreglada, sonrisa segura.

Mientras que en secreto, nuestros ojos se encuentran.
Ríen, juegan y sueñan
con un momento de soledad,
donde tengamos la intimidad
para terminar lo que comenzamos
en aquella sala de estar.

Howl of a broken heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora