Un amor inesperado

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El traqueteo constante del carruaje mece a Earth hasta que se queda dormido. Decidió de manera tajante acompañar a su hermano hasta Tarsos. De ningún modo permitiría que Gulf recorriera los caminos solo, y por supuesto no iba a dejarlo con esos "salvajes" sin cerciorarse de que estuviera a salvo. Desde que eran pequeños ellos han sido inseparables, almas gemelas que no se despegaban nunca. Y la boda concertada de Gulf hacía que sus destinos se separaran, y ese hecho le rompía el corazón al pequeño omega.

Poco después los caballos empiezan a aminorar la marcha y Earth se despierta de su letargo. Las murallas de la capital de Tarsos lo saludan, no han hecho más que llegar y ya empieza a odiar este lugar. Para el omega todo lo que quede más al norte de Paradis es territorio inhóspito. Tarsos se encuentra en un valle entre montañas escarpadas, casi siempre hace mucho frío y la nieve en invierno a veces la deja incomunicada, en definitiva, tierra de salvajes para Earth.

Cuando por fin el carruaje se detiene y puede estirar las piernas, le pide directamente al que será el marido de su hermano, un lugar para ejercitarse con la espada. El omega piensa que así podrá ver como es el reino donde vivirá su hermano y a la vez sacar toda la energía que ha acumulado los últimos dos días.

El rey de Tarsos le asigna un alfa a Earth para que lo acompañe y lo guie. El omega lo mira de reojo mientras caminan hacia el patio de armas. Es un alfa en toda la extensión de la palabra; alto, de pelo oscuro, con olor a madera y canela. Su espalda es fuerte y por lo que parece, está en una forma física envidiable. Earth cree que, a lo mejor, ha encontrado un digno adversario con el que entrenar, en el tiempo que se quede en estas tierras.

En cuanto llegan al patio, el alfa le enseña el lugar y le cuenta cómo funcionan las cosas en palacio.

-¿Entonces eres el jefe de la guardia real? - le pregunta Earth.

-Así es.

-¿Y se supone que eres el mejor con la espada?

-De nuevo, sí.

-Bueno, vamos a ver de qué pasta estás hecho, Kao- le reta el omega con un guiño que desestabiliza por un segundo al alfa.

Earth aprovecha ese instante de duda de Kao para dar el primer golpe con su espada. El alfa lo esquiva de milagro y se estabiliza antes de lanzar él su propio ataque.

El omega no se acobarda y se lanza con fuerza hacia delante. Así están unos minutos interminables, cruzando estocadas y golpes sin parar. Poco a poco sus respiraciones se hacen pesadas y empiezan a notar el cansancio, pero parece que ninguno de los dos va a parar. En un momento, en el que el alfa baja la guardia, Earth lo golpea en el costado, haciendo que caiga con fuerza al suelo. Después, un simple toque y lo tiene desarmado y a su merced en el piso del patio de armas. Earth ha tenido que aplicarse a fondo para llegar a ganar, nunca antes alguien le había presentado tanta batalla.

-Eres muy bueno, Kao - le admite tendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse. Pero el alfa tiene otros planes, en vez de impulsarse para ponerse de pie, tira del omega hacia abajo y lo inmoviliza en el suelo.

-Parece que ahora estamos en empate - le dice Kao con una sonrisa.

-Si hacer trampa se considera una victoria, entonces sí, alfa - le responde Earth mientras le da una patada para alejarlo de su cuerpo. Por alguna extraña razón, el calor de la piel del alfa lo hace sentir raro, débil y algo atontado, así que se aleja lo posible de él.

No era esto lo que el omega esperaba cuando llegó a estas tierras, no busca un alfa, ni tampoco lo necesita, por lo que mantener las distancias con el capitán de la guardia real, será lo más acertado.

****

Earth lleva dos días evitando en lo posible a Kao. Hoy es la boda de Gulf y sus padres acaban de llegar al reino. El omega tiene una extraña sensación agridulce. Por un lado, se alegra por su hermano, ha encontrado a su alfa y parece (contra todo pronóstico) que es un buen hombre. Pero, por el otro, sabe que Paradis sin Gulf es solo un hogar vacío al que volver. Nunca se lo dría a sus padres, pero siempre se ha sentido fuera de lugar, tan solo la compañía de su hermano le salvaba de la soledad que lo envolvía.

El regalo de la diosa Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora